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3. LOS RETOS DE LOS FLUJOS MIGRATORIOS: EN LAS AMÉRICAS Y EN EUROPA
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Foto de Marco Ugarte/AP

Puntos para entender la ausencia de acciones y políticas para la población migrante: deportaciones y caravanas

 
Ariel Mojica

Centro de Estudios Rurales-Observatorio Regional de las Migraciones,

El Colegio de Michoacán

Las deportaciones visibilizadas posterior a la crisis económica en Estados Unidos, 2008, y la entrada de las caravanas migrantes de centroamericanos, 2018, podemos considerarlas como coyunturas claves para entender las acciones y políticas en materia de migrantes en México.

Lo anterior ocurre, pese a que México cuenta con migración hacia Estados Unidos que data desde principios del siglo pasado, y posiblemente antes, tal como lo ha señalado Griswold (20016: 34). A lo largo de esos años, se consolidaron regiones con gran experiencia migratoria, que fueron señaladas como históricas (Durand, 1992), y que se caracterizaron por el establecimiento de redes sociales sólidas que permitieron construir vínculos entre los sitios de expulsión y los de recepción, por señalar algunas características. Pero surgieron, y continúan haciéndolo, regiones que no tienen la temporalidad de la señalada, que han consolidado en poco tiempo sus redes sociales y vínculos, tal como ha ocurrido en las históricas, como fue el caso de Veracruz (Pérez Monterrosas, 2013; Mestries, 2006).

Así, a lo largo de la historia han surgido sitios de expulsión, mientras otros parecen entrar en pausa. Hemos presenciado cambios importantes pese a señalamientos recientes de un posible fin en las migraciones. Parece que las migraciones seguirán ante la falta de proyectos económicos incluyentes y políticas que realmente sean dirigidas a la raíz de las desigualdades económicas y a las violencias que son en gran medida, motor de las migraciones. Todo ello persiste, a pesar de las políticas de seguridad nacional tanto en Estados Unidos como en México que buscan expulsar, detener y persuadir a las personas de migrar. Aun cuando el “sueño americano” sea más pesadillas, parece que las migraciones continuarán.

En Michoacán, así como en otros estados, migrantes deportados han señalado su interés inmediato de “volver” a Estados Unidos al ver que las condiciones económicas, oferta de empleo en sus comunidades “siguen igual que cuando nos fuimos” (García Zamora y Gaspar Olvera, 2017). Parece no haber contextos para la reinserción de migrantes con experiencia migratoria, y más con aquellos que han tenido larga estadía en el Norte (Mojica, 2015).

Así, las remesas se han convertido históricamente en sustento para familias e importantes para las economías locales y nacionales. En 2018, se registró el ingreso por remesas de 33, 470 millones de dólares, y para 2019, se proyectó que podría alcanzar récord histórico al poder llegar a los 35,460 millones de dólares (BBVA-Conapo, 2019). A nivel familiar se ha apostado por la migración para obtener ingresos (Marroni, 2009; 61-65), pero ha sido por la falta de oportunidades en los sitios de expulsión. De ahí que las remesas, pero más, los propios contextos que inciden en la expulsión, favorezcan a la construcción de migrantes remeseros como el ideal y lo importante dentro de las movilidades, pero insistimos: no importan las personas, sino las remesas.

Esto se observa de manera clara con los señalamientos y el estigma construido alrededor de migrantes deportados, los bad hombres que en México se hace a la par que en Estados Unidos. Un migrante deportado, que vuelve sin recursos económicos, ha resultado ser “carga” para el país, para municipios, localidades y hasta familias. A nivel local, escuchamos “de esos que no vengan”, cuando preguntamos sobre la presencia de migrantes deportados en alguna localidad, y “de esos, que vengan los que quieran”, cuando se hace lo mismo pero con migrantes inversores.

Antecedentes y actualidad de las políticas hacia la migración mexicana

Con las deportaciones posteriores a 2008, quedó claro que las acciones y programas fueron propuestos y llevados a cabo, pero sin mucho éxito. El gran problema fue el centralismo que aún existe en nuestro país, en todos los niveles; y la falta de estrategias para validar, evaluar dichas acciones. Por ejemplo, fue un logro importante la propuesta de un Programa Especial de Migración (PEM) durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, sin embargo, el problema fue su ejecución.

El PEM contó con objetivos importantes que buscaban atender la incorporación de migrantes a territorio nacional, mediante proyectos económicos y apoyos sociales; se buscó humanizar la migración, quitar la imagen de remesas, dinero, en las personas migrantes, crear y diseñar políticas públicas para el beneficio de la población migrante, no solo la nacional, también la de tránsito. Pero quedó en un programa que poco pudo ser aterrizado en los estados, y en los que se hizo, fue a través de la reimpresión del PEM con sellos del estado que lo apropiaba, pero en papel y sin buscar canales de aterrizaje. Y el argumento fue: “no tenemos recursos”.

La implementación del Programa de Atención al Migrante de retorno y su familia, conocido como FAM, fue importante, pero el problema nuevamente fue su ejecución. Se puso en marcha en 2009, y se buscaba que incidiera en la reinserción de migrantes deportados principalmente. Las fallas en el programa fueron la falta de seguimiento y de adecuación a los distintos contextos. El FAM se midió con la ejecución del recurso y no con el seguimiento a los proyectos. Sin embargo, aún con los problemas que el programa podría tener, podía ser funcional, pero fue cancelado en 2019.

En materia de educación, en 2018 se modificó la Ley General de Educación, buscando eliminar la solicitud de la apostilla como requisito para que estudiantes de educación básica pudieran continuar estudios. A finales de 2029, aún pedían la apostilla en algunos municipios de Michoacán. Las decisiones tomadas en San Lázaro no siempre son informadas en todos los niveles.

Ese es un poco el contexto existente para migrantes nacionales, no es muy diferente para los que buscan transitar por nuestro país y llegar a Estados Unidos. Y ha sido la situación que se mantiene para migrantes en el actual sexenio.

Balance de las políticas orientadas a la migración en tránsito

El panorama en materia de acciones para población en tránsito, que va asentándose en México, resulta complejo y complicado. Las acciones-protocolos, van resultando bastante cambiantes, conforme se ve la magnitud de la caravana, y también, digamos las cosas como son, de la presión de Estados Unidos.

El cambio en opinión pública, y política, fue modificado de un año a otro. En 2017 había sensación de molestia y preocupación por las marchas en Estados Unidos de supremacistas, que entre algunas de sus consignan pedían incrementar la seguridad fronteriza y expulsar a migrantes irregulares. Un años, después, y a la fecha, parece replicarse eso en la población en México, incluidos políticos y sectores empresariales, quienes piden detener la migración, evitar la entrada, aumentar la vigilancia fronteriza y piden pronta deportación. Nuestra política parece ser más de señalamiento, de “paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.

Desde una apreciación personal, el evento del 8 de julio de 2018 realizado en la ciudad de Tijuana, y convocado por el Presidente dela República, Andrés Manuel López Obrador, dejaba en claro la postura que se tendría con los migrantes en tránsito: ambigua y difusa. En dicho evento, se buscaría mostrar la unidad como mexicanos ante el gobierno norteamericano y se celebraría que México no cedió ante las presiones de contener migración y del aumento a aranceles.

Las acciones posteriores mostraron lo contrario. México se convertía, sin admitirlo, en un muro de contención de migrantes, mientras el énfasis en la entrada segura y ordenada fue insistente. Lo último es resaltado por el periodista Rodrigo Vera en su artículo para proceso: “El ejército de la Cuarta Transformación” (2020). En dicho trabajo, entrevista al pastor Arturo Farela, uno de los invitados especiales al evento en Tijuana en 2019, quien dio su apoyo al Instituto Nacional de Migración  para combatir “la internación ilegal, los flujos migrantes irregulares” (Vera, Poceso 2255: 6-7). Los socios para la implementación de esta política migratoria resultan de interés, cercanos y agradecidos con el actual gobierno, como el pastor Farela y el propio padre Solalinde; por otro lado, destituyeron a quienes pudieron tener un interesante accionar, como el Dr. Tonatiuh Guillén, que sorpresivamente dejó de ser titular del INM una semana después de esos festejos en Tijuana.

La caravana de 2020 ha evidenciado aún más la política hacia migrantes. La Guardia Nacional, señalada desde la campaña presidencial como aquella que vigilaría la seguridad, se ha convertido en nuestra patrulla fronteriza, y se justifica que resguarde nuestra seguridad, o el del vecino al norte. El uso de fuerza, aunque no se dañó a nadie ni se registraron denuncias por agresiones ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no se justifica, menos cuando por años se planteaba y señalaba trato digno a los paisanos migrantes en Estados Unidos.

El panorama a futuro es tan incierto como si somos o no Tercer país seguro, pues en el discurso se dice que no, y la práctica muestra que sí.  El proyecto de acabar con la migración desde la raíz, plasmado en el Programa Nacional de Desarrollo 2019-2024, fue un enunciado interesante, que ha quedado plasmado en los proyectos estratégicos, como el Tren maya.

Más allá de generar acciones para migrantes, se hará lo que se ha venido realizando, utilizar a migrantes como moneda de cambio, negociar con ellos. Lo vimos en las negociaciones del entonces TLCAN el año pasado, lo seguimos presenciando con las caravanas, y lo hemos venido observando con las campañas presidenciales, tanto en México como en Estados Unidos. Y a pesar de eso, las migraciones continúan.

No resultaría nada extraño, que ante los flujos continuos de las caravanas, sea acelerado el proyecto estratégico del tren maya, el que se proyectó funcionaría como “cortina” para retener los flujos migratorios de aquellas personas que huyen de las violencias y pobreza, aun cuando el proyecto sea criticado.

Referencias

BBVA y Consejo Nacional de Población (2019), Anuario de migración y remesas. México 2019. México: CONAPO.

 

Durand, Jorge (1992), Más allá de la línea. Patrones migratorios entre México y Estados Unidos. México: Conaculta.

García Zamora, Rodolfo y Selena Gaspar Olvera (2017), “Migración de retorno de Estados unidos a seis estados de México. Hacia la reintegración familiar y comunitaria”, en Rodolfo García Zamora (Coordinador), El retorno de los migrantes mexicanos de Estados Unidos a Michoacán, Oaxaca, Zacatecas, Puebla, Guerrero y Chiapas 2000-2012. México: Miguel Ángel Porrúa.

Griswold del Castillo, Richard (2016), “Mexican immigration (1848-1910)”, en Fernando Alanís y Rafael Alarcón (Coordinadores), El ir y venir de los norteños. Historia de la migración a Estados Unidos (Siglo XIX-XX). México: El Colegio de la Frontera Norte, El Colegio de San Luis, El Colegio de Michoacán.

Marroni, Gloria (2009), Fronteras perversas, familias fragmentadas. Los indocumentados mexicanos y el sueño americano. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/GIMTRAP.

Mestries, Francis (2006), “Migración internacional y campesinado cafetalero en México: fases, circuitos y trayectorias migratorias”, en Revista Análisis económico, Núm 46, Vol XXI. México: UAM-A.

Mojica Madrigal, Ariel (2015), “Contextos para el retorno. El caso de Penjamillo, Michoacán”, en Rubén Ramírez Arellano y Ricardo Domínguez Guadarrama (Coordinadores), Migración a debate. Surcando el Norte. México: Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán.

Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.

Pérez Monterrosas, Mario (2013), Tejedores de caminos. Redes sociales y migración internacional en el centro de Veracruz. México: El Colegio de Michoacán, Universidad Autónoma Metropolitiana-Azcapotzalco.

Vera, Rodrigo (2020), “El ejército de la Cuarta Transformación apoya al INM”, en Proceso, No. 2255. México.

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