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2. LOS RIESGOS QUE ENGLOBA EL T-MEC PARA MÉXICO
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Foto: Jorge Duenes/Reuters

El T-MEC y los claroscuros de la relación México-Washington*

 
Carlos Heredia Zubieta

Profesor asociado en el CIDE

Con la ratificación del USMCA (T-MEC en México) en ambas cámaras del Congreso estadounidense se disparan de nuevo los festejos y la esperanza de superar el estancamiento de la economía mexicana.  Falta aún la eventual ratificación del pacto comercial por parte del Parlamento de Canadá (ellos le llaman CUSMA), aunque el Primer Ministro Trudeau y los parlamentarios aseguran que solo es cuestión de tiempo.

Muchos mexicanos han respirado tranquilos.  El presidente y el gobierno federal, porque la ratificación del tratado y de sus protocolos modificatorios manda un mensaje de entendimiento entre vecinos. Preludia, asimismo, estabilidad y predictibilidad en las reglas del comercio regional, y en el caso de México, proporciona certidumbre sobre la legalidad en este ámbito, sobre la protección de inversiones y sobre el respeto a contratos y convenios incluso más allá de la esfera comercial.

Parecería entonces que estos consensos aseguran la prosperidad compartida en América del Norte. Sin embargo, ello no será así.  A factores como una compleja realidad geopolítica, los intereses políticos encontrados entre los gobiernos y su oposición interna, se suma la perpetua confrontación entre Trump y el resto del mundo, incluida su animadversión contra los países que fueron aliados de EUA en el periodo de la segunda posguerra.

Adicionalmente, otras dinámicas hacen prever que en el escenario internacional prevalezca la confrontación sobre la cooperación.  Anoto dos, solo para empezar: la pugna por ganar el liderazgo tecnológico con la 5G, y el supremacismo blanco de Trump y de varios políticos europeos, quienes ven a mexicanos, árabes, asiáticos del este y afros como seres inferiores.

Durante un cuarto de siglo México, se esmeró por tratar separadamente los asuntos de comercio, flujos de capitales e inversión, respecto de temas sobre democracia, migración, drogas, violencia y seguridad, así como derechos laborales, para que los primeros no se ‘contaminaran’. Hoy están vinculados expresamente, y su violación detona el mecanismo que puede dar lugar a sanciones comerciales. 

Lejos de confirmar que la política interior es la mejor política exterior, los hechos nos están indicando que esta última ha condicionado o incluso determinado a la primera.  En este sentido, al menos cuatro transformaciones han ocurrido en los primeros doce meses de este gobierno: México ha cambiado su política exterior, su política laboral, su política migratoria y su política de seguridad como resultado de la presión de Washington, que a ratos se vuelve insoportable.  La presión no solo se origina en la Casa Blanca, sino también tiene sus resortes en el Partido Demócrata, y específicamente en sus legisladores en el Capitolio. 

Lejos de confirmar que la política interior es la mejor política exterior, los hechos nos están indicando que esta última ha condicionado o incluso determinado a la primera.  En este sentido, al menos cuatro transformaciones han ocurrido en los primeros doce meses de este gobierno: México ha cambiado su política exterior, su política laboral, su política migratoria y su política de seguridad como resultado de la presión de Washington, que a ratos se vuelve insoportable.  La presión no solo se origina en la Casa Blanca, sino también tiene sus resortes en el Partido Demócrata, y específicamente en sus legisladores en el Capitolio. 

A continuación, presento algunos tratos entre ambos gobiernos que definitivamente no corresponden a los que se esperarían entre países que se dicen socios e incluso aliados estratégicos:

1. El chantaje migratorio.  No hay una crisis migratoria entre EUA y México. Lo que existe es una grave crisis humanitaria que es devastadora para decenas de miles de centroamericanos. Ese éxodo va a continuar porque los factores de expulsión siguen intactos: economía extractiva y depredadora que sirve solo a un puñado de personas, violencia sistémica desde maras, pandillas, guardias privados, y agentes de gobierno; degradación ambiental, cambio en el régimen de lluvias, y pérdida de cosechas. Como se trata de migrantes pobres y morenos, la exclusión es aún más categórica: ‘O detienes a los centroamericanos en flujo hacia EUA, o le impongo aranceles a los productos mexicanos de exportación al mercado estadounidense’.

Se pensaba que ello sería temporal, por algunos meses, pero en los hechos descubrimos que tiene sentido la famosa frase: ‘no hay nada más permanente que lo pasajero’.  Tras la primera caravana de 2020 que fue contenida y prácticamente disuelta en dos días, el despliegue de la Guardia Nacional a nuestras fronteras norte y sur para combatir a los centroamericanos podría quedarse hasta el 30 de septiembre de 2024, último día del sexenio.  El T-MEC no considera para nada recurrir a dichos aranceles, que ni siquiera deberían existir entre socios comerciales, pero así se las gasta Trump…y lo digiere el gobierno de México.

2. La supervisión de Washington y de la Embajada estadounidense. A partir de la puesta en marcha del TLCAN 1.0 en 1994, EUA no nos creyó.  Año con año prometimos la libertad de afiliación sindical, el desarrollo de la fuerza de trabajo, el acceso expedito a la justicia laboral. Aseguramos que cumplíamos con nuestras propias leyes, hasta que sindicatos y gobierno de EUA dijeron: yo verifico y yo digo si cumpliste o no.   Con la entrada en vigor del T-MEC en algún momento de 2020, los llamados agregados laborales previstos en el texto del pacto comercial -ya no como acuerdos paralelos-, cumplirán funciones de informar a sus superiores qué tanto México cumple con su propia ley y con sus compromisos en el pacto trinacional, en materia laboral, salarial y sindical. El incumplimiento por primera vez estará sujeto a sanciones comerciales. Un número importante de empresarios mexicanos temen que ello sea usado como una argucia proteccionista, más que como una reivindicación de los derechos laborales. Mientras tanto, el lado positivo es que México previsiblemente dejará de lado la política de castigo salarial y la venta de trabajo barato en las maquilas como (falsas) puertas a la competitividad internacional, y deberá enfocarse en el desarrollo de la fuerza de trabajo y la combinación entre mano de obra y tecnología en la economía del conocimiento.

 

Una terrible paradoja es que Washington también ‘supervisará’ a México en el cumplimiento de los compromisos ambientales, al tiempo que Estados Unidos ni siquiera forma parte del Acuerdo de París sobre el cambio climático.

3. La política de drogas.  Las sucesivas visitas a Palacio Nacional por parte del Procurador de Justicia estadounidense, William Barr, se han traducido en amenazas de cuya materialización solo nos enteramos por la vía de los hechos.  Tras el ‘culiacanazo’ el gobierno mexicano parece ir dejando de lado su vía de no confrontar a los capos para evitar generar mayor violencia, pues las presiones de Washington han arreciado para que les entreguemos las cabezas de los más buscados. 

 

4. El mundo cambió radicalmente. En 1994 China no pintaba; hoy Washington y Beijing configuran lo que en los hechos es un G-2.  En un cuarto de siglo el término ‘libre comercio’ se volvió tóxico y hoy ni siquiera figura en el nombre del acuerdo trinacional. El capitalista Donald Trump es proteccionista y favorece el comercio administrado, mientras que China es el mayor exportador global y el discurso del líder comunista Xi Jin Ping favorece la liberalización comercial. 

Como lo expresa Robert Zoellick, quien fue Representante Comercial (2001-2005) en el gobierno del presidente George W. Bush: “El presidente (Trump) exige comercio administrado a todo el mundo. La buena noticia es que después de 25 años de integración, América del Norte logró detener el desmantelamiento del acuerdo comercial con Canadá y con México.  Sin embargo, las modificaciones (cambios en el TLCAN para llegar al T-MEC)  añaden costos que tendrán como resultado que los autos hechos en América del Norte sean más caros. Cuando Ronald Reagan lanzó su campaña presidencial en 1979, él anticipó que ‘la llave para nuestra propia seguridad futura radica en que tanto México como Canadá se conviertan en países más fuertes…. Es tiempo de que dejemos de pensar en nuestros vecinos más cercanos como extranjeros’ – el señor Trump está completamente en desacuerdo.  Por más de 70 años, los acuerdos de cooperación en seguridad que sostuvo Estados Unidos dependieron de beneficios mutuos, respaldados por una combinación del interés propio estadounidense y el idealismo, no en forzar a otros a someterse para que nos entreguen su tributo”.

Con el inicio de 2020 ya empezó el año electoral en Estados Unidos. Los insultos y amenazas de Trump contra los mexicanos continuarán, al menos hasta el 3 de noviembre en que buscará su reelección. Ser socio del T-MEC no llevará a que nos vea como iguales. Eso está reservado para los blancos.

La principal negociación está por venir y será entre nosotros. Ya le cumplimos a Trump, adoptando sus exigencias en diplomacia comercial, reglas laborales, migración y drogas/seguridad. ¿Podemos ahora construir una economía incluyente, competitiva y sustentable para cumplirle a todos los mexicanos, sin dejar a nadie afuera ni atrás?

*Una versión inicial de este artículo fue publicada en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-heredia-zubieta/que-aprendimos-en-26-anos-del-tlcan

@Carlos_Tampico

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