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3. México y Estados Unidos: TMEC y migración  
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Foto de Felix Marquez/AP

Sobre la crisis migratoria haitiana en la frontera norte: el caso de Ciudad Acuña, Coahuila

Alexandra Lestón y Nicolás Fuentes

Casa del Migrante de Saltillo

 

 

 

En Ciudad Acuña la Casa del Migrante de Saltillo (Frontera con Justicia A.C.), como Organización de la Sociedad Civil (OSC), ha iniciado un proyecto de investigación-acción donde uno de los propósitos es diagnosticar la situación migratoria en esta ciudad, al tiempo que busca intervenir en el tema, fortaleciendo las acciones y capacidades de respuesta de la comunidad y el gobierno municipal.

El marco de este proyecto ha coexistido con el flujo migratorio de miles de personas haitianas hacia la frontera de Ciudad Acuña en México con Del Río en Estados Unidos. En principio estas personas comenzaron a llegar a la ciudad la semana del 11 de septiembre. Su movilización era principalmente en autobuses; en el viaje que hicieron hasta esta ciudad desde Saltillo no hubo cercos migratorios de ningún tipo, las evaluaciones a sus documentos eran pocas y fueron realizadas por autoridades no competentes. Fue a partir del 17 de septiembre cuando se comenzó a hablar de más de 15 mil personas concentradas en este punto fronterizo y la crisis humanitaria que representaba, cuando comenzó a retenerse el tráfico de autobuses hacia Ciudad Acuña, mientras que en ciudades cercanas comenzó la detención de personas no solo haitianas, también de países de Centroamérica y el Caribe. Es entonces que, desde el 17 de septiembre, se comenzaron a generar acciones para cercar y mantener encerradas a estas personas entre México y Estados Unidos.

Esto no es novedoso, pues, a lo largo de la última década, afectada por distintas crisis naturales y sociales, la población haitiana se ha visto obligada a migrar por distintos países de América y el Caribe. Además, parte de la población haitiana que subió en esta caravana es también desplazada de países donde intentaron integrarse, como Brasil o Chile, en los cuales las crisis sociales, las problemáticas en la integración y la crisis sanitaria generada por la COVID-19, les ha obligado también a migrar. Así pues, estas personas que suben desde Haití o Suramérica vienen sin opciones de regresar al lugar desde donde comenzaron su viaje. Por lo tanto, las condiciones a las que se vieron expuestos en los últimos años para llegar hasta su meta, son la respuesta al sufrimiento al cual se encontraban expuestos en sus países.

Esto no es novedoso, pues, a lo largo de la última década, afectada por distintas crisis naturales y sociales, la población haitiana se ha visto obligada a migrar por distintos países de América y el Caribe. Además, parte de la población haitiana que subió en esta caravana es también desplazada de países donde intentaron integrarse, como Brasil o Chile, en los cuales las crisis sociales, las problemáticas en la integración y la crisis sanitaria generada por la COVID-19, les ha obligado también a migrar. Así pues, estas personas que suben desde Haití o Suramérica vienen sin opciones de regresar al lugar desde donde comenzaron su viaje. Por lo tanto, las condiciones a las que se vieron expuestos en los últimos años para llegar hasta su meta, son la respuesta al sufrimiento al cual se encontraban expuestos en sus países.

En cuanto a las personas integrantes de la migración haitiana que logró llegar a Ciudad Acuña en la caravana, se ubicaron en hoteles, lugares de renta, la calle y como se logró ver en imágenes, a la orilla del Río Bravo. Con el pasar de los días, la mayoría de la población eligió cruzar a la orilla del río de Estados Unidos, dejando así una pequeña porción de las personas en el parque Braulio Fernández y sus cercanías. Por el camino a la represa, las personas del lado estadounidense seguían cruzando por el acceso a comida y elementos de uso básico. Como las medidas se endurecieron con el aumento del foco público, se fortaleció la respuesta de la comunidad en el municipio. Esta comunidad comenzó a organizarse para llevar donaciones a las personas migrantes. De igual forma, organizaciones no gubernamentales dieron acceso a servicios de salud.

El 24 de septiembre se desalojó a las personas en el campamento que quedaba, al tiempo que el municipio habilitó un espacio para acogerlas, llamado Fandango. El lugar fue custodiado desde ese día por Guardia Nacional; la entrada es libre, las personas pueden entrar y salir según lo necesiten. La comunidad ha sido muy activa en apoyar en asistencia humanitaria, con donaciones y acompañamiento, mientras la municipalidad ha dado acceso a servicios de higiene y médicos. En este momento albergan alrededor de 230-250 personas, que en su mayoría se encuentran a la espera de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), ya que uno de los acuerdos que se hicieron a la hora de acogerles en el espacio era precisamente atender a sus solicitudes o llamados de ayuda, en cuanto a posibilidades de regularizarse.

Desde nuestra perspectiva, hay dos puntos clave en esta crisis: la razón por la que migran desde su país, y la respuesta desde los países involucrados.

 

La razón por la que migran

La principal razón es que Haití ha sufrido diversas catástrofes naturales en los últimos 11 años, las más notables han sido el terremoto de 2010 y el huracán de 2015, aunque no son las únicas que han sufrido. Durante el resto de la década, en Haití se ha padecido el paso de diversas tormentas tropicales, el terremoto de agosto y el tsunami que le siguió después. Todo ello ha impedido que las acciones de recuperación tengan fruto.

Sumado a lo anterior, en Haití existe una crisis política que se ha ido complicando y degradando con el pasar de los años, teniendo como resultado el magnicidio de su presidente el pasado 7 de julio, hecho que expuso la crisis que se tiene en ese país. Asimismo, las personas que han migrado exponen que, a partir del terremoto, el crimen organizado en su país posee mayor fuerza, con lo cual se han incrementado la violencia y amenazas. Sumados a estos factores, está la falta de empleo, la escasez de recursos y las fallidas intervenciones humanitarias, como fue el caso de la participación de los Cascos Azules de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2004.

Estos son los factores que han obligado a migrar a la población haitiana en la última década. Debe reconocerse el intento de Brasil y Chile que, a manera de respuesta, generaron programas de acogida a población haitiana entre 2010 y 2015. Lastimosamente, en estos países la exclusión y el racismo, sumado a las crisis sociales propias, provocaron la salida de los migrantes haitianos después de años de intentar regularizarse.

Así pues, no es una diáspora que tenga una sola razón o causa de ser. Es una respuesta a distintos factores y la esperanza enmarcada en un futuro diferente, en los relatos y en las historias de éxito que ayudan a salir del sufrimiento y a recorrer miles de kilómetros durante tanto tiempo. Eso nos lleva al segundo punto, en el cual estas personas sufren ahora la ambivalencia de las posturas de los gobiernos de Estados Unidos y México, que poseen un discurso social, acompañado de acciones violentas.

 

La respuesta de los países

En cuanto a los países involucrados, ahora mismo México se encuentra en una encrucijada muy grande, porque tiene la obligación de evaluar la recepción de las personas haitianas que no han podido ingresar a Estados Unidos. Esto, mientras en Estados Unidos la postura sea no permitir el acceso a la solicitud de refugio con el Título 42, bajo el discurso de la crisis sanitaria de COVID-19. Esta imposibilidad ha ocasionado que las personas se estanquen en las ciudades cerca de la frontera, en busca de una respuesta humanitaria que no sea sólo la deportación. Lastimosamente, la respuesta de ambos gobiernos ha sido la de detener y deportar a la mayoría de las personas. Si se observan las cifras, es diminuto el porcentaje de personas que han recibido acceso a la información completa y precisa acerca de sus derechos y de las posibilidades de ser protegidos y acogidos.

Asimismo, es importante resaltar la acción de municipios como Ciudad Acuña, que han optado por una respuesta humanitaria, mientras se evalúan las posibilidades para las personas migrantes, que están sujetas a protección internacional y se les informa que tienen más opciones que seguir huyendo de la calamidad. De la misma forma, es relevante la acción de la comunidad, que ha generado mecanismos de integración no sólo para personas haitianas sino también centroamericanas.

Para concluir, proponemos que es urgente el apoyo a este tipo de iniciativas para promover acciones sin daño, que permitan una evaluación mucho más precisa y solidaria frente a las personas que migran. Del mismo modo, es importante incluir dentro de este punto el acceso a la información de los derechos que tienen estas personas de manera eficaz, ya que, si se evalúa, muchas de las personas con documentación, que han viajado desde el sur del país, no recibieron la suficiente información o acompañamiento con respecto a sus trámites. Es importante revelar que muchas de las personas tampoco recibieron atención por las instancias encargadas de sus solicitudes, o desconocían que la merecían. Por lo tanto, es importante evaluar la posibilidad de despresurizar estas ciudades hacia otras entidades federativas, para evitar esperas prolongadas a la sola solicitud de refugio.

Estas respuestas locales son importantes, aun cuando, como comentamos, se carezca de acciones coordinadas con las instancias estatales y federales, o bien su alcance es muy corto. Por eso mismo, se invita al gobierno federal y los gobiernos locales a observar y acompañar este tipo de iniciativas, además de promoverlas y fortalecerlas, pues hasta ahora han sido los Organismos Internacionales y las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) las encargadas de estas tareas.

Para cerrar, queremos invitar a la sociedad a integrar a estas personas migrantes, porque tal y como expone el texto, la falla también ha sido desde la misma sociedad que no ha tenido herramientas para incorporarlas, entender su situación y acompañarlas para que sus derechos y necesidades sean garantizados, ya que estas no pueden continuar huyendo durante toda su vida.

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