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2. IMPLICACIONES DE LA AUSTERIDAD: ECONOMÍA, EDUCACIÓN E INSEGURIDAD
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Foto de Augusto Zurita/AP

¿Qué aprender sobre Culiacán?

 
María Elena Morera

Presidenta, Causa en Común A.C.

Después de los graves acontecimientos ocurridos en Culiacán, la discusión pública se ha centrado en un hecho singular: la decisión del gobierno de liberar a Ovidio Guzmán. El asunto es sin duda importante, pero no es el único ángulo posible. El operativo Culiacán dejó al descubierto la ausencia de estrategia de seguridad y el desprecio por los cuerpos de seguridad desde el Ejecutivo, además de una serie de preguntas que quedaron sin responder.

Al respecto, valdría la pena considerar al menos cinco puntos que reflejan la grave problemática de inseguridad y de ausencia de estrategia del presente gobierno, y que al mismo tiempo se deben convertir en lecciones para evitar cometer los mismos errores:

 

1. El operativo falló. El operativo fracasó porque no hubo detenidos, pero sí muertes y agresiones a la población. La intervención de las fuerzas de seguridad no se derivó de una planeación meticulosa y mucho menos previó escenarios adversos. Pareció que no se había dimensionado la violenta reacción de un grupo criminal, que sí dejó ver su reacción organizada y superior a las fuerzas de seguridad federales. El propio Secretario de la Defensa Nacional afirmó que se había desestimado la capacidad de respuesta de la contraparte. El fracaso, además, llama la atención puesto que las fuerzas federales han acumulado habilidades en ese tipo de operativos. Los errores tácticos de Culiacán no se habían visto antes, por lo que no queda claro si estos fueron producto de remociones o relevos en los mandos, o bien, por instrucciones sin dirección u objetivos definidos.

 

2. Se dieron versiones contradictorias de los hechos. Frente al asombro y preocupación de la sociedad mexicana en general y sinaloense en particular, las autoridades federales contaron, por lo menos, seis historias distintas de lo que había sucedido. Al principio, se dijo que no había sido un operativo, sino un recorrido de rutina. Al día siguiente, el presidente contradijo lo expresado por su secretario de Seguridad y aseguró que sí había sido un operativo y se confirmó la existencia de una orden de aprehensión con fines de extradición. Si bien retuvieron a Ovidio Guzmán, se mencionó que “propiamente nunca estuvo formalmente detenido”, mientras circulaban fotografías y videos de una detención. Después de esa “detención” o “invitación a quedarse” del señor Guzmán, no se expuso la manera en que salió. Además, a las versiones oficiales se suma la versión del abogado del “detenido”, quien agradeció al gobierno federal la supuesta liberación de su cliente.

3. El mensaje que dio el gobierno fue de sumisión. Durante y después del operativo Culiacán, el gobierno federal se doblegó frente al crimen organizado. Expuso, además, tibieza, derrota y desintegración frente a un grupo criminal organizado y dispuesto a enfrentar al Estado mexicano. Lo más peligroso es que el mensaje fue recibido por las decenas de grupos criminales que hoy operan en el país, a sabiendas de que pueden contraatacar a un gobierno replegado, que muy probablemente cederá. Escuchar al presidente admitir que aprobó o tomó la decisión de liberar a Ovidio Guzmán abrió la puerta para que todos hagan lo que mejor les convenga, porque no se sabe quién manda, quién coordina, quién es culpable ni quién toma las decisiones.

 

4. No hay estrategia de seguridad.  El presidente ha negado categóricamente que en su gobierno exista una política de captura de líderes del crimen organizado; sin embargo, eso no aplicó en esta ocasión y ninguno de los dos escenarios augura nada bueno para el país. El presidente se le ha ocurrido decir que en su gobierno habrá abrazos y no balazos; sin embargo, en Culiacán solo se abrazó a Ovidio, mientras que el país se inunda de balazos y muertos todos los días. Nada se ha hecho para evitar sucesos como Culiacán. Al contrario, apenas pasaban unos días, cuando sucedió la masacre de la familia LeBarón.

 

5. Preguntas sin resolver. El operativo Culiacán dejó inexactitudes inadmisibles que dejaron solo preguntas y ninguna respuesta.

 

Si, de acuerdo con las declaraciones del Gabinete de Seguridad, fue un operativo planeado, ¿por qué se mintió diciendo que había sido espontáneo?; ¿por qué se origina el operativo a pedido de los Estados Unidos y no por iniciativa de las autoridades mexicanas?; ¿por qué se dijo inicialmente que el señor Guzmán no había sido detenido cuando evidentemente sí fue detenido?; ¿quién dio la orden de iniciar este operativo aún sin tener la orden de aprehensión?; ¿por qué se mintió en torno a la orden de cateo como pretexto para que el operativo saliera mal?; ¿por qué se le echa la culpa a la Policía Federal cuando supuestamente ya no existe la corporación?; ¿quién filtró la información del operativo para que los delincuentes pudieran neutralizar con tal rapidez los apoyos de seguridad a la operación?; ¿por qué se permite la comunicación del señor Guzmán con gente de su organización durante el operativo?; ¿se le informó o no al presidente que iba a darse el operativo esa mañana?  Si no es así, ¿para qué son las reuniones de la mañana?; ¿por qué al mismo tiempo que se desarrollaba el operativo estaban los altos mandos del Ejército en la inauguración de Santa Lucía?; ¿por qué se mantuvo el viaje del presidente a Oaxaca?; ¿López Obrador estuvo o no incomunicado?; ¿por qué no presentaron videos del momento en que dejan libre a Ovidio Guzmán López?; ¿qué medidas se están tomando para reforzar la seguridad de un penal que evidentemente está controlado por una organización criminal?; ¿no va a haber consecuencias para quienes pusieron en riesgo tantas vidas y para quienes mintieron?; ¿qué harán para que esto no vuelva a pasar?.  Si ahora la estrategia del gobierno es evitar la fuerza y muertes, incluso de los delincuentes, ¿cómo se va a combatir a la delincuencia organizada?

La ausencia de respuestas y de estrategia desde el gobierno es muy grave. Más que salvar vidas, como se pretendió señalar, se puso en peligro la integridad de ciudadanos y fuerzas armadas. Además, se profundiza el debilitamiento institucional de las corporaciones que participan en la seguridad pública y la incertidumbre se mantiene en el terreno de la seguridad en este país. Es necesario que el gobierno federal rectifique y ponga en marcha una verdadera estrategia, una que fortalezca a nuestras policías y una que se tome en serio el cumplimiento de la ley.

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