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1. COMERCIO Y MIGRACIÓN
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Foto de Ilana Panich-Linsman/The New York Times

El Acuerdo Migratorio entre México-Estados Unidos: riesgos y efectos

 
Rachel Schmidtke

Instituto México, Wilson Center

45 días después de que Estados Unidos (EUA) y México llegaran a un controvertido acuerdo para frenar la migración, México ha logrado evadir con éxito más acciones por parte de EUA, al menos por ahora. En resumen, México acordó aumentar su capacidad de detención y deportación y reducir el número de migrantes que cruzan a México, expandir el número de solicitantes de asilo en el programa de Protocolos de Protección de Migrantes y ofrecer empleos a los solicitantes de asilo que esperan en las comunidades fronterizas del norte del país. Por su parte, EUA prometió realizar reformas al proceso de asilo e invertir en un plan de desarrollo para Centroamérica y el sur de México.

 

México cumplió sus promesas, pero a costa de los derechos humanos

 

El gobierno mexicano logró aumentar su capacidad de detención y deportación, lo cual resultó en una reducción de más del 30% en los niveles de migración, de 144,278 a 104,344 (Aduanas y Protección Fronteriza de EUA Migración Frontera Sur, 2019) entre mayo y junio del 2019. México pudo reducir estas cifras combinando funciones militares con funciones de inmigración, abordando un problema humanitario con una solución militar. La Guardia Nacional, Policía Federal y agentes del Instituto Nacional de Migración (INAMI) han establecido puestos de control de inmigración, allanado hoteles donde se sabe que se encuentran los migrantes, y han utilizado cada vez mayor tecnología, como rayos X, para detectar a los migrantes que viajan dentro de vehículos (Excelsior, 2019). Esta estrategia militar ha llevado a la muerte de migrantes, más recientemente un operativo conjunto entre la Policía Federal de México, el INAMI y el Gobierno Estatal de Coahuila elementos de esta última dependencia asesinaron a un padre migrante delante de su hija de 8 años de edad a escaso kilómetro y medio de la Casa del Migrante de Saltillo.

El gobierno mexicano también acordó permitir que el programa Permanecer en México se expanda a otras dos ciudades fronterizas mexicanas; por el momento hay más de 20,000 (New York Times, 2019) solicitantes de asilo en la frontera norte de México. Sin embargo, el programa ha sido extenuante, tanto para los migrantes y como para las comunidades fronterizas mexicanas. Mientras esperan el día de su cita ante un tribunal estadounidense, estos migrantes centroamericanos luchan por encontrar refugio y empleo en México. Algunos enfrentan persecución y extorsión. Además, se ha comprobado que encontrar empleos para los migrantes apostados en estas comunidades fronterizas es una promesa difícil de cumplir, pero López Obrador está finalizando un acuerdo para proporcionar 40,000 empleos en fábricas a los migrantes en los estados del norte. Aún no está claro si este acuerdo puede proporcionar a los migrantes empleos viables por un período de tiempo indefinido.

Por otra parte, la administración del presidente López Obrador se comprometió a otorgar anualmente USD $90 millones al Plan Regional de Desarrollo Integral. Ha lanzado, en conjunto con los presidentes salvadoreño y hondureño, el programa Sembrando Vida cuyo objetivo es contribuir al bienestar social de las y los sujetos agrarios en sus localidades rurales e impulsar su participación efectiva en el desarrollo rural integral (Gobierno de México, 2019).

Los Estados Unidos aún no ha cumplido sus promesas

 

EUA se comprometió a acelerar la adjudicación de las solicitudes de asilo y a concluir los procedimientos de retorno lo más rápido posible, pero las acciones de la administración Trump parecen haber ido en la dirección opuesta. En el último mes, el gobierno de EUA ha intentado bloquear las solicitudes de asilo de los migrantes que transitaron por un primer país, esencialmente quitando el derecho de solicitar asilo en EUA para la mayoría de migrantes, y recientemente la firma de un acuerdo con Guatemala que se asemeja a un acuerdo de primer país de entrada. En este sentido, ninguna de estas políticas funciona para abordar problemas en el sistema de inmigración de EUA. Lo que harán será exacerbar aún más esta crisis fabricada. Tampoco ha habido un compromiso monetario del gobierno de EUA con el Plan de Desarrollo Regional.

El hecho de que EUA no cumpla su parte del trato es problemático dado que su sistema de asilo disfuncional es una de las principales causas de la crisis humanitaria en la frontera entre EUA y México, y se necesita un desarrollo a largo plazo en la región para crear condiciones en los países de origen a fin de disminuir los factores que impulsan a las personas a emigrar. Además, este fracaso tiene un costo para México y el futuro de la relación bilateral.

Efectos directos e indirectos para la relación entre México-Estados Unidos

El engaño político y las amenazas de EUA, así como su aceptación por parte del lado mexicano han llevado a mezclar dos temas diferentes, el comercio y la inmigración. Tradicionalmente, estas dos cuestiones han permanecido separadas -y por buenas razones. México es ahora el socio comercial número uno de EUA y el comercio es esencial para la relación bilateral.  Al amenazar con aranceles, el presidente Trump, esencialmente, está dispuesto a sacrificar dólares y empleos estadounidenses para dañar a México y lograr su objetivo. El presidente López Obrador, al mantener una doctrina de no conflicto y sucumbir a estas amenazas, deja a México sin mucho margen de maniobra para mantenerse firme contra la intimidación del presidente Trump.

Si el gobierno mexicano no está dispuesto a rechazar las demandas de los Estados Unidos, particularmente aquellas que no parecen tener ningún beneficio para México, como los Protocolos de Protección Migratoria, México continuará asumiendo cada vez más responsabilidades con menos ayuda de EUA. Si México no va a rechazar las demandas poco prácticas, por lo menos debería haber negociado obtener más recursos para las ciudades fronterizas del norte que albergan a solicitantes de asilo, asistencia técnica para el INAMI y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), así como el financiamiento del programa de desarrollo regional que México está encabezando.

Por último, los efectos indirectos de este acuerdo van más allá de la relación entre Estados Unidos y México. La migración se está convirtiendo en un tema progresivamente politizado en México, los mexicanos continúan teniendo una carga cada vez mayor para asistir a los migrantes y los propios mexicanos se han vuelto más xenófobos. Una encuesta realizada por The Washington Post-Reforma revela que solo el siete por ciento de los mexicanos menciona que su país debería ofrecer residencia a inmigrantes centroamericanos; además, el 33 por ciento apoya que se les permita quedarse temporalmente mientras EUA decide su admisión.

Sorprendentemente, una mayoría del 55 por ciento menciona que los migrantes deberían ser deportados a sus países de origen. Es una gran ironía que un país que envió a millones de personas indocumentadas a través de la frontera de los Estados Unidos ahora no esté dispuesto a aceptar una fracción de los centroamericanos.

Aunque México sale de este acuerdo con más responsabilidades y sin recursos adicionales o promesas cumplidas de su vecino del norte, realmente los migrantes son los mayores perjudicados en este acuerdo. Las condiciones para los migrantes, en ambos lados de la frontera, son pésimas: hacinamiento, condiciones terribles de salud y lo más grave de todo la muerte de niños migrantes en centros de detención. El sentimiento antiinmigrante se enciende en México y continúa siendo un desafío en los Estados Unidos. Las medidas represivas de la Guardia Nacional conducen a situaciones precarias para los migrantes que, a menudo, terminan usando rutas más peligrosas para viajar y evitar ser detectados.

Entonces, ¿qué viene después?

El gobierno mexicano continúa sus esfuerzos para llevar a cabo proyectos de desarrollo en Centroamérica. López Obrador y su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, han lanzado el programa Sembrando Vida y México presentará el mismo programa en Honduras para crear 20,000 empleos entre agosto y diciembre. Igualmente, el gobierno mexicano está planeando una conferencia internacional sobre este tema para octubre y el presidente López Obrador está solicitando la participación de EUA en esta conferencia y también para liderar los esfuerzos de inversión.

Es una buena idea desarrollar Centroamérica, pero este plan envía mensajes contradictorios al público mexicano. El gobierno mexicano está dispuesto a gastar millones en otros países, pero está operando bajo un plan de austeridad republicana y no dará recursos adicionales a sus propias instituciones como el INAMI y la COMAR. Más que nada, el plan necesita la aprobación de los donantes, particularmente de EUA para tener éxito, y el gobierno de EUA declaró que cortaría todos los fondos a El Salvador, Guatemala y Honduras, por lo que no hay muchas esperanzas respecto a estos recursos.

La próxima evaluación del acuerdo está programada para el 6 de septiembre, y en esa fecha EUA determinará si los esfuerzos de México han sido suficientes. Las aprehensiones en la frontera de Estados Unidos continúan disminuyendo. A partir de julio, Aduanas y Protección Fronteriza de EUA ha realizado cerca de 87,000 (La Mañanera, Marcelo Ebrard, 2019)  arrestos a lo largo de la frontera.  Aunque es una disminución menor que de mayo a junio, esto podría indicar rendimientos decrecientes para el Departamento de Seguridad Nacional por el aumento de deportaciones y detenciones de México. México ha saciado, por ahora, el deseo de deportación de EUA;  no obstante, Trump podría tener deseos de más si estos números no se mantienen.

EUA ha centrado su atención en Guatemala para buscar un acuerdo que prohíba a los solicitantes, que pisen un primer país antes de llegar a Estados Unidos, solicitar asilo allí. Esta es una decisión moralmente indefendible debido a que Guatemala cuenta con instituciones débiles y la falta de seguridad pondrá a los migrantes en gran riesgo. También es legalmente dudoso; el acuerdo ha sido impugnado en la Corte Constitucional de Guatemala y podría serlo en los tribunales estadounidenses. Si el acuerdo con Guatemala se anula o resulta ineficaz, México aún está en peligro de ser presionado a firmar el acuerdo de primer asilo.

El presidente López Obrador mencionó que marcaría el límite cuando se trate de demandas para que su país procese las solicitudes de los solicitantes de asilo. Pero las amenazas vuelven a estar latentes; el secretario de Estado Mike Pompeo declaró la semana pasada que México necesita hacer más para disuadir los cruces ilegales. En este contexto, puede ser difícil resistir un acuerdo de primer país o tercer país seguro si Trump vuelve a las amenazas arancelarias.

Faltan respuestas regionales a la crisis migratoria

Estos flujos migratorios de América Central, Cuba, Venezuela, Haití y muchas naciones africanas requieren una respuesta regional para gestionar esta tendencia ascendente en la migración. Sin embargo, la responsabilidad regional significa que todos los países asumen compromisos que correspondan con su contexto actual. Tiene sentido que México aumente la capacidad del INAMI y la COMAR, invierta en seguridad fronteriza y ayude a desarrollar sus estados del sur y, además, ofrezca algo de ayuda a Centroamérica. Todo esto está en línea con el mejor interés de México como país de tránsito y de recepción de migrantes y refugiados para tener instituciones que funcionen y buenas relaciones con sus vecinos del sur. Sin embargo, no tiene sentido que México sea el único responsable de absorber a la mayoría de los solicitantes de asilo o de convertirse en una máquina de detención y deportación.

EUA busca trasladar la responsabilidad a otros, no compartirla. Acciones como el cortar la ayuda al desarrollo, los diversos intentos de bloquear el asilo y el abandono violento de las necesidades humanitarias en la frontera muestran que EUA ha abdicado su papel de asumir la responsabilidad de su propio sistema de inmigración y de sus compromisos regionales. Por su parte, si México continúa su camino de militarización, sigue introduciendo medidas que aumentan la vulnerabilidad de los migrantes, evade financiar instituciones clave de migración y refugiados, se vuelve menos acogedor para los migrantes y se inclina ante las solicitudes de Trump, se convertirá en lo mismo que EUA respecto al tratamiento de los migrantes.

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