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1. Entidades federativas y la estrategia de vacunación contra Covid-19
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Cuando llueve sobre mojado: la vacunación en Oaxaca

 
Eugenia Mata

IDEMO

 

Hablar de COVID-19 en Oaxaca, como seguramente en muchas otras entidades, significa la punta del clavo que faltaba, para trastocar de manera profunda la salud de la población oaxaqueña. No podemos obviar que el sistema de salud existente en el estado, ya estaba colapsado desde muchos años atrás.

Y también pueden considerarse eventos más recientes -pero no los únicos-, como cuando el Dr. Germán Tenorio Vasconcelos, dueño de una clínica particular, fue nombrado Secretario de Salud y posteriormente apresado por el delito de abuso de autoridad en perjuicio de la sociedad oaxaqueña mientras fungió como servidor público. Pero también quienes le precedieron han sido motivo de escándalos y acusaciones, que incluyen al actual Secretario de Salud, Juan Carlos Márquez Heinie, quien al asumir el cargo acumuló un rosario de reclamos, tanto de sus trabajadores que trasladaron sus protestas hasta el Congreso local, como de los propios legisladores que cuestionaron que, aún con el aumento de 18.2% al presupuesto de salud aprobado por la 64 Legislatura, no se perciben avances reales. Por el contrario, evidenciaron “la falta de estrategias, de claridad y compromiso por parte del gobierno del estado, factores que han impactado negativamente en la entidad y que se han agravado con la pandemia del COVID-19”.

Todavía no se olvida que, cuando el exgobernador Ulises Ruiz terminó su mandato, “presumió” la construcción de 102 obras hospitalarias, que dejó inconclusas y 52 de ellas en litigio. Incluso después de otra administración y la mitad de la actual, apenas se acaba de inaugurar el hospital ubicado en la localidad de Tlaxiaco.

Todo ello explica que, además de las condiciones estructurales en la salud de hombres y mujeres en el estado, es notable el porcentaje de las defunciones, que alcanza a 45.9% de hombres y al 54.1% de mujeres. Este año en particular, a nivel nacional, se incrementó la mortalidad materna en un 115%,  cuyas causas son en primera instancia el COVID-19, le siguen enfermedades como: edema, proteinuria y trastornos hipertensivos que complican el embarazo, el parto y el puerperio (10.9%), ocupando Oaxaca el  10º lugar en el país  y actualmente el 12º en lo que va del año.

La dimensión del problema del COVID en Oaxaca

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Como en muchos lados, las largas filas de personas para ingresar al hospital a sus familiares fue la constante. E incluso posteriormente, el retraimiento de la misma población para no acudir al hospital, porque “preferían morirse en su casa”.

Las vicisitudes en la aplicación de la vacuna

La falta de información y la escasa difusión que se dio al principio de la pandemia, como en muchos estados, provocó desconfianza y descrédito hacia el proceso de las vacunas. Afortunadamente, las organizaciones de la sociedad civil y las redes sociales que ya existían desde antes de la pandemia han brindado información a la población, de manera lúdica y pedagógica, para propiciar una comprensión objetiva sobre la aplicación de la vacuna.

Tal es el caso de la Escuela de Salud Comunitaria “Alina Sánchez”, que como lo manifiesta la misma red, conjunta a médicos tradicionales y alópatas, maestros, educadores populares, militantes, defensores de derechos humanos, estudiantes, enfermeras, químicas y promotores de salud de comunidades rurales y urbanas, que se preocupan por la salud comunitaria…[1], la cual elaboró un manual que ha despejado muchas dudas.

Ello es muy importante, porque el gobierno del Estado, la Secretaría de Salud, la seguridad sanitaria pública, la medicina privada organizada por el Estado y las fuerzas armadas han tomado un papel preponderante en la gestión de la pandemia y dejado en segundo plano, o sin intervención, a la Iglesia y las organizaciones no gubernamentales (ONG), que son actores principales en otros problemas críticos, como los migrantes o la defensa de territorios indígenas. Más allá de los cuestionamientos, el Estado ha acrecentado y revalorizado su papel [2].

Si bien se aprecia mayor organización en la aplicación de las vacunas, en el Municipio de Santa Lucía del Camino, en los Valles Centrales, recientemente se demostró el hartazgo de la población, que por un lado no tuvo acceso ese día a la vacuna y la prepotencia de la  delegada del programa de Desarrollo de la Secretaría de Bienestar en Oaxaca, Nancy Ortiz, cuando uno de sus guardaespaldas encañonó y cortó cartucho ante el mismo edil de Santa Lucía, más allá de las motivaciones políticas que puedan estar detrás de este suceso.

Por si fuera poco, en las redes sociales circuló la grabación de la propia delegada y otra funcionaria de la misma institución, indicando a los “siervos de la nación y las UVAS” a que acudieran a los lugares en donde se les iba a vacunar, aunque todavía no entren en la clasificación como está prevista.

Las débiles respuestas de los órganos autónomos de defensa de los DH

En su Boletín 019, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca alertó sobre el Derecho Humano que debe implementarse de manera cierta, clara y segura: DDHPO a Vacunarse ante el COVID–19[3], alertaba sobre la aglomeración de personas en centros de vacunación anti Covid-19 registrada en distintos puntos de la capital de Oaxaca, así como cancelación de las jornadas en municipios de la zona conurbada. Igualmente consideró fundamental que se aplicaran las vacunas bajo una perspectiva intercultural, lo cual significa que el conjunto de la población debe entender en su propio idioma el proceso de vacunación y su libertad para decidir si se aplica o no dicha vacuna. La propia Defensoría destinó a personas a vigilar y observar el cumplimiento de los protocolos de vacunación en la capital, manifestando que seguirán siendo observantes, si bien esto trasciende la propia capacidad y atribuciones de la Defensoría.  Es correcto que la DDHPO siga siendo observante, pero ello no es suficiente.

La respuesta social – comunitaria

Como es sabido, los pueblos originarios de Oaxaca conservan su cultura alrededor de la medicina tradicional y de los cuidados que aprendieron de sus ancestros, que en buena parte han sido una opción acertada frente al gran descuido del sector salud. De lo contrario, el escenario sería peor. Como muchos gobiernos estatales, el de Oaxaca manifestó estar preparado hospitalariamente para atender los posibles casos de COVID-19. Lo cierto es que a los pocos días de que iniciara la pandemia, los principales hospitales como el del Seguro Social, manifestaron estar saturados para recibir más pacientes.

La respuesta de muchas de las comunidades fue priorizar la prevención del contagio, cerrando sus fronteras para que nadie pudiera entrar y tampoco salir. Como bien lo reporta Pedro Matías, en su artículo[4]: En la asamblea comunitaria de Talea de Castro se decidió poner retenes o filtros sanitarios, imponer multas a quienes violen el acuerdo, restringir permisos e impedir la visita de su gente radicada en la capital de Oaxaca, la Ciudad de México o en Estados Unidos. Talea de Castro es un pueblo indígena zapoteco que se encuentra asentado en la Sierra de Juárez y es uno de los 102 municipios del país que se mantiene libre de contagios de covid-19, de los cuales 82 se encuentran en el estado de Oaxaca.

Reconociendo el valor de esas decisiones, tampoco han estado exentas de la presentación de quejas como: la restricción de la movilidad; suspensión del suministro de agua potable a los infractores; prohibición de entrar y salir de la comunidad; desprotección de los datos personales de los infectados; inacción frente a la pandemia; cobro excesivo de multas por no usar cubrebocas y no hacer caso al filtro sanitario.

No obstante, hay que reconocer la existencia de diversos lazos culturales y  comunitarios, que permite a estas poblaciones decidir y actuar colectivamente para su beneficio. Como lo reporta la lingüista Yásnaya Elena Aguilar Gil, los poblados que han mantenido a raya el COVID-19 lo han logrado porque tienen una tradición comunitaria de estructuras pequeñas,  autónomas y asamblearias, que permiten enfrentar de una mejor manera lo que de otro modo sería catastrófico.[5]

Las perspectivas

Recién el 18 de Marzo, la periodista Nadia Altamirano reportó en su cuenta de Facebook que los Servicios de Salud de Oaxaca aseguraron que, con las casi 90 mil dosis aplicadas a personas mayores de 60 años, se alcanza más del 30% de la población de esa edad en la entidad. Sin embargo, estas personas apenas representan el 15.8% de las 550 mil 577 que integran ese grupo poblacional, censadas por el INEGI en el 2020. Al final, la periodista se pregunta: ¿O es a mí a la que no le salen las cuentas?

Sin un ánimo catastrófico, no se perciben cambios estructurales en el sistema de salud y la educación. Tampoco en las condiciones de pobreza y desempleo, que se han agravado en la población oaxaqueña, cabe preguntarse: ¿dejará de llover?, o ¿seguirá lloviendo sobre mojado?

Notas:

 

[1] Respuestas sencillas a Preguntas – Dudas, acerca de las Vacunas contra COVID 19,Escuela de Salud Comunitaria “Alina Sánchez”. https://www.educaoaxaca.org/escuela-de-salud-comunitaria-responde-a-dudas-sobre-las-vacunas-contra-covid-19/

[2] La autogestión de la pandemia COVID 19 en los pueblos originarios de Oaxaca,  México. Alicia Barabás, Revista Antropologías del Sur. Año 7, No. 14, 2020, páginas 001-013

[3] Boletín 109 de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, 11-03-2021.

[4] Encerrados a piedra y lodo, los pueblos libres de COVID 19, Pedro Matías Revista Proceso, 7 de Marzo 2021, págs. 32 a 34.

[5] Encerrados a piedra y lodo….op.cit.

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