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2. Economía, inversión y empleo
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Las perspectivas de la relación bilateral México-EUA con el gobierno del presidente Biden

 
Carlos Heredia Zubieta

Profesor asociado en el CIDE

 

 

 

El gobierno del presidente número 46 de los Estados Unidos de Norteamérica, Joseph R. Biden Jr, llevará a la relación bilateral de su país con México hacia una dinámica institucional, a diferencia de la conducción personalista y auto-referenciada que caracterizó tanto a Andrés Manuel López Obrador como a Donald Trump.

Este cambio de tono ha suscitado ya, desde el momento de la victoria de Biden, nuevos desafíos en un vínculo que de por sí es altamente complejo.

Por el lado mexicano, el gobierno envió cuatro señales tempranas de que, al menos de manera preliminar, tomaría distancia respecto de la Casa Blanca: tardó 41 días en felicitar al nuevo presidente estadounidense; la felicitación enviada parecía un lamento por la partida de Donald Trump; impulsó una legislación sumamente restrictiva para la cooperación en seguridad entre los dos países; y se abstuvo de condenar el asalto al Capitolio por una turba de supremacistas blancos, que --en palabras del hasta entonces líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell— fue incitada por el propio presidente Trump para detener (infructuosamente) el proceso constitucional de transmisión del poder a Biden, el ganador incontrovertible de los comicios.

La derrota de Trump lo es, en alguna medida, también del gobierno mexicano. Con Donald Trump se estableció una relación de cooperación en la contención de los migrantes y solicitantes de asilo, al punto de convertirse México en el muro fronterizo que retóricamente rechazaba y en los hechos erigía. Se registró una afinidad por los combustibles fósiles. El gobierno mexicano se complacía en destacar que el presidente Trump ‘nos respetara’ al no pronunciarse sobre derechos humanos y derechos laborales.

La gran pregunta hacia adelante es si podrá establecerse una relación de cooperación en positivo con el gobierno del presidente Biden, en el combate a la pandemia y el despliegue de vacunación, en la reactivación económica, en la cooperación en materia de seguridad para contener la violencia del crimen organizado y en la acción climática contra el calentamiento global y a favor de las energías renovables.

Durante su mandato los Republicanos acabaron por perder la Casa Blanca, la mayoría en la Cámara de Representantes y la mayoría en el Senado. En el 115 Congreso, al inicio de su mandato en 2017, dichos liderazgos legislativos estaban a cargo de Paul Ryan y de Mitch McConnell, ambos republicanos. Hoy el inquilino de la Casa Blanca es Joe Biden, y en el 117 Congreso la cámara baja es encabezada por Nancy Pelosi y la cámara alta por Chuck Schumer, todos demócratas. En esta última, con una correlación de fuerzas de 50 republicanos y 50 demócratas[1] el voto de desempate corresponde a la vicepresidenta Kamala D. Harris en su capacidad de presidenta del Senado.

Así, el proceso político queda en manos de los demócratas, pero en un país extremadamente dividido en lo político y polarizado en lo económico y lo social. Las consecuencias del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 por parte de turbas incitadas por el propio presidente Trump, serán profundas y duraderas. En pleno siglo XXI, los supremacistas blancos y los herederos de los confederados no pueden aceptar que Kamala D. Harris, una mujer afroamericana, sea la primera en la línea de sucesión del presidente Biden, hoy de 78 años de edad.

A la fecha de publicación de este artículo se desconoce si Donald Trump estará habilitado o no para volver a contender por la presidencia de Estados Unidos. Aun cuando el asalto al Capitolio puede significar un punto de inflexión que le restaría apoyo, la sorprendente votación en su favor de 74 millones de estadounidenses indica volúmenes con respecto a su fuerza electoral.

 

Déficit institucional

Durante su cuatrienio, Trump socavó profundamente al Departamento de Estado. Hubo múltiples renuncias de funcionarios y la ausencia de una estrategia que sirviera como guía para sobrellevar los continuos cambios de funcionarios. Fueron Secretarios de Estado Rex Tillerson y Mike Pompeo, aunque después de cada uno hubo interinatos. En buena medida los asuntos sensitivos de la relación bilateral eran manejados por Jared Kushner, yerno del presidente Trump y su asesor en la Casa Blanca. En los hechos, el Departamento de Estado fue al menos parcialmente desplazado por el Departamento de Justicia, que lleva los asuntos de seguridad, narcotráfico y crimen organizado.

Del lado mexicano, la Subsecretaría para América del Norte (SSAN) fue sacrificada dentro del organigrama de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en el marco de tres factores no necesariamente vinculados entre sí:

Primero, el titular de la SSAN, Jesús Seade Kuri, en junio de 2020 optó por buscar la Dirección General de la Organización Mundial del Comercio (OMC), intento que no pasó de la primera ronda, por lo que su cargo quedó vacante, al menos temporalmente.

En segundo lugar, la decisión presidencial de eliminar subsecretarías ‘para realizar ahorros’, desembocó en la eliminación de la SSAN, la cual fue anunciada el 27 de agosto de 2020. Posteriormente, Roberto Velasco Álvarez, Director General para América del Norte, el 2 de diciembre de 2020 ‘asume’ las atribuciones correspondientes al Subsecretario (sin el nombramiento correspondiente) especificadas en los artículos 8 y 9 del Reglamento Interior de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En tercer lugar, la decisión de enviar como embajador a Washington al hasta hoy Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, un político del más alto nivel, con el oído del presidente, pero que carece de experiencia diplomática y ni conoce los corredores del poder en la capital estadunidense, ni es conocido allá. Parecería que el mensaje es que el enviado mexicano va más a cumplir instrucciones que a instrumentar una estrategia articulada y coordinada, producto de la vasta experiencia del servicio exterior mexicano en este ámbito.

En marcado contraste, el presidente Biden anunció que creará una oficina al interior del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, encabezada por la experimentada y muy profesional ex Embajadora de EU en México, Roberta Jacobson, para responder a los desafíos en migración y seguridad en la frontera con México y en Centroamérica. Además se comprometió a movilizar recursos públicos y privados, créditos blandos y otros fondos, hasta por 4 mil millones de dólares en apoyo a países centroamericanos expulsores de migrantes, para mejorar la seguridad, fortalecer el Estado de Derecho y combatir la corrupción.

Es de extrañar que, contando la SRE con numerosos diplomáticos expertos en la relación con EUA y con América del Norte, no se asuma una posición proactiva, y se carezca de un área de planeación estratégica en la política exterior, con una visión de futuro consistente con los intereses nacionales y no sólo del mandatario en turno o de su apuesta personal coyuntural.

 

Las desavenencias con el gobierno de Biden

Otros tres temas que desde el inicio han resultado contenciosos están vinculados al Tratado México – Estados Unidos – Canadá, el T-MEC. Se trata de los derechos laborales, la política energética y la política ambiental. Mientras la administración Biden favorece las energías limpias y renovables, el gobierno de AMLO ha optado por los combustibles fósiles. En un insólito planteamiento, se dice que las energías limpias y renovables socavan a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresas productivas del Estado estancadas en el uso del combustóleo, residuo del petróleo extremadamente contaminante, que genera Pemex y que nadie quiere comprar, destinado al consumo de CFE, quizá la única empresa generadora de electricidad que todavía usa combustóleo.

Por el lado estadounidense, aunque los comunicados oficiales han sido siempre en lenguaje diplomático y por los canales oficiales[2], se registran también señales que auguran desavenencias preocupantes. La carta de los Secretarios de Estado, Mike Pompeo; de Energía, Dan Brouillette y de Comercio, Wilbur Ross, el 11 de enero, todavía en el gobierno de Donald Trump, dirigida a Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores; Rocío Nahle, Secretaria de Energía; y Tatiana Clouthier, Secretaria de Economía, apunta a acciones regulatorias recientes en México que han generado ‘una significativa incertidumbre’ en el sector energético y ‘han dañado el clima de inversión’, al tiempo de contravenir lo estipulado por el Tratado México-Estados Unidos-Canadá.

Sean o no justificados los reclamos de nuestros socios comerciales, nos espera un panorama de frecuentes señalamientos de presuntas infracciones al Tratado México-Estados Unidos-Canadá, que podrían eventualmente detonar sanciones comerciales contra nuestro país. Estoy pensando en legisladores estadounidenses que condenarán las violaciones a derechos humanos y derechos laborales en México, en contraposición a las disposiciones del pacto comercial; en ambientalistas que señalarán la predilección del gobierno de AMLO por los combustibles fósiles como infracción a los términos del tratado; en abogados que litigarán en sus paneles de solución de controversias las disposiciones que favorecen a Pemex y CFE, en supuesta violación de lo acordado; y así, en muchos casos más. La ultraderecha estadounidense reiterará sus llamados a que los Estados Unidos ‘ayuden’ militarmente a México para la contención migratoria y el combate al crimen organizado.

Lo dicho renglones arriba: el gobierno del presidente Biden insistirá en los cauces institucionales y los canales diplomáticos para la cooperación binacional orientada al rescate de la economía, el combate a la pandemia y la seguridad.

Migrantes escépticos

La contención migratoria fue, sin lugar a dudas, el tema prioritario para el gobierno de Trump en la relación bilateral con México. En su guerra contra los migrantes cifraba su estrategia electoral, dado que cualquier mención de la construcción del muro en la frontera con México, y el hecho de que México lo pagaría, galvanizaba a sus votantes como ningún otro.

Hoy el gobierno mexicano deja en evidencia su errática posición ante el triunfo de Joe Biden en la presidencia y de los demócratas en ambas cámaras del Capitolio. En su campaña electoral el presidente Biden fue sumamente crítico del programa ‘Quédate en México’; incluso su esposa, la doctora Jill Biden, visitó los campamentos de migrantes y solicitantes de asilo que en Matamoros, Tamaulipas esperan el veredicto de los tribunales estadounidenses sobre su solicitud de protección internacional en aquel país. Las escenas de abandono y nula atención sanitaria en un contexto de alto riesgo por violencia, secuestros y tráfico sexual, dejaron en claro que el gobierno de México no cumplió con el compromiso de atenderlos.[3]

Ahora el canciller mexicano[4] saluda el fin de la construcción del muro, la iniciativa migratoria en favor de DACA y un camino hacia la doble ciudadanía, pero la verdad es que durante los dos años en que se dio la cohabitación con Trump no se conocieron gestiones para confrontarlo en estos temas, ni en torno al programa ‘Quédate en México’. Solo ahora que Trump está fuera, se producen declaraciones que no se atrevieron a plantear cuando él estaba en la Casa Blanca.

Si México y los EEEU acordaron la restricción migratoria, ¿podrán eventualmente unirse para proteger a los migrantes?[5]

Conclusiones

En febrero de 2021 parece que ninguna fuerza política puede desafiar la mayoría del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en el Congreso de la Unión en México. Este partido parece también encaminado a ganar la mayoría de las 15 gubernaturas estatales en liza. La gran pregunta es si su control político estará a salvo más allá de las elecciones intermedias del 6 de junio, a pesar de la grave caída de la economía y el empleo; de las cifras de cientos de miles de fallecimientos, por anteponer el manejo político de la pandemia de Covid-19 a su conducción con base en la ciencia; y de los niveles de violencia rampantes que no ceden ni siquiera ante el confinamiento forzoso por la pandemia.

Como ha quedado establecido en párrafos previos, desde distintos ámbitos del espectro político estadounidense se multiplicarán las voces que se pronunciarán sobre temas binacionales e ‘intermésticos’ (los que pertenecen tanto a la política interior como a la exterior) concernientes a México.

Queda como interrogante abierta si el gobierno de México recurrirá a la desgastada retórica nacionalista y soberanista frente al vecino del norte, como coartada o distracción frente a la gravedad de los problemas internos, o si efectuará los cambios necesarios para construir respuestas conjuntas a desafíos compartidos. En este dilema se cifra el futuro inmediato de México, y por lo tanto, de nuestra compleja relación bilateral.

Notas

 

[1] Tras las elecciones del 3 de noviembre la correlación de fuerzas era 50-48 en favor de los republicanos. El 5 de enero se llevaron a cabo elecciones senatoriales en el estado de Georgia, con el triunfo de los demócratas Jon Ossoff y Raphael Warnock, lo cual igualó el número de escaños por cada partido, incluidos los independientes Bernie Sanders de Vermont y Angus King de Maine, que votan con los demócratas.

[2] The White House. “Readout of President Joe Biden Call with President Andrés Manuel López Obrador of Mexico” (“Llamada telefónica entre el presidente López Obrador y el presidente Joe Biden”), 23 de enero de 2021, disponible en:

https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/01/23/readout-of-president-joe-biden-call-with-president-andres-manuel-lopez-obrador-of-mexico/

[3]  Biden, Jill y Julissa Reynoso (2020). “El tema migratorio estará en la boleta electoral de Estados Unidos en noviembre”. The Washington Post, disponible en: https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2020/07/09/el-tema-migratorio-estara-en-la-boleta-electoral-de-estados-unidos-este-noviembre/ , 9 de julio.

[4] Mensaje por Twitter del canciller Marcelo Ebrard Casaubón, disponible en: https://twitter.com/m_ebrard/status/1352065930541621257?s=20

[5] Heredia Zubieta, Carlos (25-09-2020). “WOLA, un aliado de latinoamericanos en Estados Unidos”. El Universal. Disponibele en: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-heredia-zubieta/wola-un-aliado-de-latinoamericanos-en-eu .

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