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3. Agendas de interés: políticas frente a la violencia de género y a la soberanía energética
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Foto de Greenpeace

México y su potencial renovable, la soberanía energética que no se observa

 
Pablo Ramírez  

Campañista de Clima y Energía de Greenpeace México

En el contexto actual de crisis global provocada por el incremento exponencial de casos de COVID19 en el mundo, que ha resultado en caídas estrepitosas de la economía global y en una guerra de precios petroleros que ha conducido a una caída en el precio internacional no vista desde la Guerra del Golfo, este documento analiza cuatro elementos importantes para tomar en cuenta en esta coyuntura en la que además se tienen que elaborar el programa especial de transición energética 2020-2024 y reestructurar las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) para hacerlas más ambiciosas:

1.- La acción climática nacional e internacional con respecto a la meta del 1.5°C

2.- La relación entre el petróleo y la economía nacional, así como su rol en el mercado petrolero global

3.- Catástrofes ambientales y crisis económicas: El coronavirus, un aviso de lo que el “cisne verde” podría implicar a la economía.

4.- México y su potencial renovable, la soberanía energética que no se observa

 

Desde que México suscribió los acuerdos de París de 2015, la acción climática que ha realizado el país ha sido insuficiente y nos ha alejado de una trayectoria de emisiones compatible con el objetivo de mantener la temperatura del planeta por debajo del 1.5° C de aumento con respecto a la época preindustrial (1850 - 1900);  incluso de cumplirse los compromisos nacionalmente determinados no condicionados que el país asumió, la trayectoria de emisiones seguiría estando muy alejada de las reducciones necesarias. 

Como se puede observar, existe una brecha importante entre las metas nacionales actuales y las reducciones necesarias para cumplir con el 1.5°C, considerando que la acción climática del país se estuviera cumpliendo; sin embargo esta no es la situación.

 

 

Nuestro país no está cumpliendo con las metas plasmadas en las NDC y en la ley mexicana

Esto nos deja ver que la acción climática no ha sido una prioridad para las dos administraciones que han estado a cargo de implementarla desde 2014, pero tampoco para la actual. El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) estima que, para cumplir las metas, se habrían necesitado poco más de 8 mil millones de dólares (a precios de 2017) hacia el año 2020, mientras en realidad se invertirán poco más de 2 mil millones de dólares.

El cumplimiento de las metas climáticas requiere de acción climática internacional pronta y contundente. Las contribuciones que se han determinado hasta el momento por los países que adscriben los acuerdos de París resultan estar lejos de la trayectoria del 1.5°C de aumento de la temperatura del planeta. 

México, su economía y el sector petrolero global y nacional

La economía mexicana y el petróleo han estado ligados de manera estrecha, particularmente durante el siglo XX. A partir de la expropiación de 1938, la industria petrolera fue el pilar del desarrollo de la industria nacional en apogeo debido al periodo de sustitución de importaciones, de las políticas e instituciones sociales y en general de la economía. Durante este periodo, la industria petrolera nacional estaba dedicada solamente al autoabastecimiento de un mercado interno en crecimiento y el objetivo era abastecer de energía barata y suficiente al país. 

Con la crisis de la deuda externa a finales de 1970, el enfoque de la industria petrolera cambia y México comienza a exportar petróleo crudo para hacer frente a la crisis económica. Es a partir de ese momento cuando el país  inicia su dependencia de la renta petrolera y en particular de PEMEX para sanear su economía. Sin embargo, la mala gestión de las reservas ha generado un decrecimiento marcado en la producción y, por consecuencia, en el porcentaje de la renta petrolera con respecto al PIB total del país.  

Según la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), el petróleo mexicano se acabaría en 9 años, de acuerdo con el ritmo de producción actual.  

Si bien la renta petrolera se incrementó durante un largo periodo, posteriormente presentó un decrecimiento sostenido hasta el periodo de 2008, cuando se observa un repunte similar a los niveles de 1990 debido al incremento en los precios internacionales, seguido de una baja sostenida hasta llegar, en 2016, a niveles de la década de 1970.

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Fuente: Elaboración propia con datos de Banco Mundial

 

De la misma manera, la producción mensual de crudo desde 1990 hasta enero del 2020, registra un aumento sostenido en el periodo correspondiente a mediados de la década de 2000, y un posterior decrecimiento sostenido hasta el presente año. El decrecimiento obedece al agotamiento del yacimiento Cantarell, el más importante en las últimas décadas.  

La disminución de las reservas petroleras en nuestro país ocasionó que dejáramos de ser un actor relevante y competitivo en el mercado global sin influencia sobre los precios internacionales y resulta alarmante que el discurso gubernamental ponga al petróleo como palanca de desarrollo, cuando se trata de una materia prima volátil como ha quedado demostrado una vez más.  

Catástrofes y crisis económicas: el coronavirus, un aviso de lo que podría ocurrir con el Cisne Verde

El inicio del 2020 ha estado marcado por una crisis de salud pública notable debido al brote de Coronavirus  COVID-19, que ha tenido repercusiones importantes en el sistema económico mundial. La desaceleración de la economía de China, Corea del Sur y de países europeos como Italia, hicieron que la demanda de petróleo cayera de forma importante, generando un excedente en los inventarios de crudo y, por consiguiente, una caída en los precios internacionales. Esto ocasionó conflictos entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia, desencadenando una guerra de precios que ha llevado el precio internacional al mínimo desde la Guerra del Golfo. 

Lo anterior tendrá repercusiones importantes, sobre todo en las economías que dependen de la exportación petrolera como México, sector que representa casi una quinta parte de los ingresos nacionales y que, de continuar una baja sostenida en el precio del crudo, impactaría en una disminución del 0.5% de crecimiento del PIB, a la ya alicaída economía mexicana, de acuerdo con la aseguradora Euler Hermes. 

La soberanía energética tendrá que ser renovable o no será

La lección que nos deja la caída en los precios del petróleo es que cuando hablamos de soberanía energética en nuestro país, esta tendrá que ser renovable o no será. Satisfacer la demanda energética tendrá que ser a partir de recursos renovables, con costos competitivos. 

Dicho esto, vale la pena reflexionar sobre las decisiones inmediatas que deben tomarse en este contexto: la reformulación de los compromisos nacionalmente determinados que deben estar listos este año y el programa especial de transición energética 2019 – 2024, previsto para finales de marzo y que definirán la política energética, económica y climática de nuestro país durante este sexenio. 

El coronavirus ha dejado en evidencia la fragilidad del sistema económico ante catástrofes y debería ser una alerta de lo que podría implicar la crisis climática. Los expertos han dejado claro que de no frenar el aumento de la temperatura en 1.5°C los efectos del cambio climático serán cada vez más frecuentes y con una magnitud mayor; los analistas han denominado a estos efectos como “el cisne verde” y tendrán implicaciones en la economía muy importantes.   

Las implicaciones del cambio climático en el medio ambiente, nuestra salud, la economía y nuestra vida

Cada vez es más común observar incendios forestales fuera de control, como en el amazonas, Australia e incluso en México durante mayo del 2019. Temporadas de sequía cada vez más extensas y severas; el año pasado más del 66% del territorio nacional experimentó algún nivel de sequía. El dengue ha tenido un repunte enorme en México y en la región latinoamericana en general, cobrando 191 vidas en México para 2019.

México es un país altamente vulnerable al cambio climático debido a su ubicación geográfica y alto nivel de inequidad entre la población. Muchas personas habitan en regiones con falta de acceso a los recursos básicos o en regiones en situación de riesgo por desastres naturales. Así, las estimaciones de los costos que podría implicar el cambio climático en nuestro país llegarían hasta los 5.56 billones de dólares que representan 4.5 veces el PIB anual del 2019. 

Razones para dejar el petróleo bajo tierra

La administración lopezobradorista ha manifestado repetidamente que uno de sus objetivos principales es lograr la soberanía energética del país, es decir, satisfacer las necesidades de energía de la población con recursos propios y que el sector energía, particularmente el petrolero sea la palanca de desarrollo económico y social, haciendo alusión a los años del modelo de sustitución de importaciones. 

Esto presenta problemas importantes, en primer lugar porque la crisis climática es un problema grave que debemos atender de manera urgente y la única solución es dejar el petróleo bajo tierra. En segundo porque México ya no es la potencia petrolera que antes fue; ya no cuenta con reservas suficientes, accesibles y de calidad que permitan sostener un modelo energético como ese. 

Nuestro país es altamente vulnerable a los cambios en los precios globales de hidrocarburos. Esto es particularmente problemático en el sector eléctrico, debido a que la matriz funciona en su gran mayoría con gas natural que es importado de Estados Unidos, específicamente de Texas, de yacimientos no convencionales que son explotados a base de fractura hidráulica o “fracking” con implicaciones ambientales y sociales muy serias.

La soberanía energética es muy importante para el desarrollo nacional y puede ser un elemento clave para combatir la profunda inequidad que existe en nuestro país. Contar con energía accesible, limpia y suficiente puede mejorar sustancialmente la calidad de vida de la población. Se calcula que más del 40% de los hogares del país se encuentra en situación de pobreza energética, es decir, no cuentan con los recursos energéticos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas o bien destinan una parte elevada de sus ingresos a este rubro. 

Sin embargo, la soberanía no llegará a través de los combustibles fósiles porque, como lo hemos señalado, se trata de un recurso que ha disminuido considerablemente y cuyo acceso se vuelve cada vez más caro y complicado, y que contribuye a agudizar la crisis medioambiental. Por eso, llegó el tiempo de voltear hacia otro tipo de recursos renovables que son abundantes en el territorio nacional y que resultan una oportunidad para combatir el cambio climático y al mismo tiempo combatir la inequidad en el acceso eléctrico.

Voltear hacia los recursos renovables que abundan en territorio nacional

México cuenta con abundantes recursos solares y eólicos, suficientes para generar el 100% de la energía consumida anualmente en el país. Incluso podría existir un excedente que podría ser exportado. 

La transición energética hacia energías renovables presenta oportunidades muy importantes, no solo para combatir el cambio climático, sino para construir una nueva lógica en la producción de energía.

En México la generación de electricidad ha sido monopolizada por el Estado y el usuario siempre ha tenido un papel pasivo de consumidor en un mercado sin alternativas. La generación eléctrica distribuida a partir de recursos solares rompe con esa lógica de consumidores pasivos y empodera a la gente haciéndolos participar del mercado desde su función de productor/consumidor en el cual los ahorros y eficiencias en el uso de la energía son recompensados económicamente al inyectar energía renovable a la red de transmisión. 

Los precios de las energías renovables han mostrado una tendencia a la baja constante durante la última década y esta continuará con la masificación de la producción.

Por ahora, el costo de instalación de un sistema fotovoltaico sigue siendo uno de los obstáculos más grandes para su acceso.

De ahí que el Estado deba adoptar una participación proactiva en la generación de mecanismos de financiamiento para fomentar el acceso a tales tecnologías. Esto puede conseguirse reenfocando los recursos destinados a subsidiar la electricidad generada a partir de combustibles fósiles y trasladarlo al financiamiento para la compra de estos sistemas. 

Conclusiones

La elaboración del Programa Especial de Transición Energética 2020-2024 y la reelaboración de las CND son dos momentos muy importantes que definirán la política climática nacional durante esta administración, es muy importante que sea ambiciosa, contundente y pronta. 

México ya no es un país relevante en el mercado petrolero internacional, sin embargo su economía sigue dependiendo de la renta petrolera, poniéndolo en una situación de alta vulnerabilidad, ya que sin incidencia en la definición de los precios internacionales, sus ingresos petroleros dependen de la fluctuación del precio. 

La soberanía energética no se conseguirá a través de los combustibles fósiles; según la CNH, las reservas petroleras nacionales durarán tan solo 9 años. En contraste con el potencial renovable que es uno de los más altos del mundo. Si México será soberano energéticamente, tendrá que ser aprovechando sus recursos renovables.

La derogación de la figura del diputado migrante envía un mensaje desalentador e implica, en los hechos, la negación de los derechos a un sector importante del país. Solo son bienvenidas sus remesas y otras contribuciones en el campo de la educación y la cultura, pero se les niegan sus derechos, ampliamente reclamados, para participar en la tomas de decisiones sobre el rumbo de las políticas públicas en México.

Frente a esta triste historia, no queda más que mantener la lucha y rechazar este retroceso, este golpe a la democracia en la Ciudad de México, que excluye e impide el goce pleno de los derechos a una parte de sus ciudadanos

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