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1. Escenarios y expectativas ante una nueva presidencia en Estados Unidosl
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Foto de Gayatri Malhotra @gmalhotra vía
Unsplash

Mensajes que deja la elección en Estados Unidos y qué puede esperar México

 
Joy Olson

Exdirectora de WOLA*

Semanas después de la elección en Estados Unidos, la transición presidencial finalmente ha comenzado. El 21 de enero de 2021, Joe Biden será juramentado como presidente.  Al momento de escribir este artículo, el presidente Donald Trump no ha reconocido la victoria de su oponente y podría ser que nunca lo haga. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no ha felicitado a Biden como presidente electo, aparentemente a la espera del voto oficial del colegio electoral el 14 de diciembre próximo.  Sin embargo, la infraestructura de la democracia estadounidense sigue avanzando independientemente de la concesión de Trump o del reconocimiento de AMLO.

Este periodo electoral ha sido extraña para quienes vivimos en Estados Unidos y debe parecer surrealista para quienes la observan desde México. Antes de considerar qué significa la transición para México, debo hacer algunas observaciones sobre lo que este periodo electoral nos dice de Estados Unidos. 

El presidente Trump y sus aliados han apoyado numerosas demandas para cuestionar la legalidad de los resultados electorales en los estados más disputados. Estos cuestionamientos legales han sido consistentemente rechazados y la repetición de conteos en el nivel estatal no ha cambiado los resultados. El hecho de que la transición esté sucediendo, a pesar de toda esta resistencia, es un signo de que la democracia está funcionando. Trump perdió la elección. Su resistencia a admitirlo no significa que él tenga la razón. Sin embargo, es bastante perturbador que un presidente todavía en el poder esté tratando de revertir la elección y animando constantemente a su base para que proteste por un fraude inexistente. 

Ha sido fundamentalmente inquietante ver al presidente Trump tuitear con regularidad cosas que Twitter marca por falta de veracidad. Parece que este mecanismo de Twitter, implementado para proteger a las redes sociales de la interferencia extranjera, en realidad nos protege de nuestro propio presidente.

Estados Unidos es un país muy dividido. Intelectualmente, la gente en los Estados Unidos lo sabe, pero de alguna manera siempre parece sorprendernos. Vivimos cada vez más en nuestras burbujas ideológicas. Vivimos cerca de personas que tienen opiniones similares. Recibimos nuestras noticias y “hechos” de fuentes que refuerzan lo que ya creemos. Para quienes viven en comunidades predominantemente demócratas (como Washington, DC, donde vivo), es difícil entender cómo el 47% de los votantes estadounidenses apoyaron a Donald Trump. Por otro lado, un republicano que vive en Oklahoma podría decir lo contrario.

 

Esta elección debe desafiar el pensamiento del Partido Demócrata sobre políticas de identidad, promoviendo una agenda para apelar a diferentes identidades (raciales, étnicas, de género). Los demócratas piensan que los votantes minoritarios les pertenecen y que si estos participan, los demócratas ganan. La población latina votante en el sur de Texas sorprendió a algunos cuando votó abrumadoramente por Trump. La población de origen latinoamericano no es monolítica.

 

La parte de la agenda demócrata que se pueda implementar depende del Senado. En la actualidad, los republicanos tienen 50 de los 100 escaños del Senado, pero una segunda vuelta de las elecciones que se llevará a cabo en enero en el estado de Georgia determinará quién controla el Senado. Si bien los demócratas tienen una mayoría más pequeña, aún controlan la Cámara de Representantes.  

Una cosa que se puede deducir de los primeros nombramientos hechos por el presidente electo Biden es que casi todos sirvieron en la administración Obama. A simple vista, eso no es nada malo. Significa que tienen experiencia. Pero también significa que el lado más progresista del Partido Demócrata no está representado en puestos clave. 

¿Qué puede esperarse en México de la administración Biden?

Teniendo en cuenta que los puestos clave en la Administración Biden están siendo ocupados por exfuncionarios de Obama, podemos suponer que la relación entre Estados Unidos y México tendrá un tono similar al de los años anteriores a Trump. En otras palabras, menos drama, menos amenazas y más retórica sobre la responsabilidad compartida y la cooperación.

Los expertos creen que habrá un gran flujo de migrantes centroamericanos a la frontera entre México y Estados Unidos a principios de la administración de Biden, posiblemente antes de que asuma el cargo. Las decisiones de la administración Trump de restringir el asilo político y otras relacionadas con el COVID-19, han limitado en gran medida el flujo de migrantes a través de la frontera. Activistas que defienden la inmigración y el asilo esperan que Biden revierta muchas de las políticas antiinmigrantes de Trump, pero es probable que Biden proceda con cautela. Existe el temor de que el levantamiento de las restricciones fomente la migración. Una crisis migratoria en sus primeros 100 días podría limitar el espacio político para implementar cambios en otras áreas. Sin duda, habrá un interés continuo de Estados Unidos en la frontera sur de México como un punto crítico para controlar la migración hacia el norte. Las políticas de inmigración de EUA serán menos restrictivas, pero no debe esperarse que esto suceda rápidamente. Y luego está el Muro. Todavía estará allí, pero quizá no se haga mucho más grande.

Si bien gran parte de la relación comercial seguirá funcionando como de costumbre, la energía y la mano de obra probablemente serán puntos de discusión. Los cambios en el sector energético mexicano desafían la inversión extranjera directa. Los grupos de interés laborales en ambos países quieren salarios justos y protecciones.

Es probable que la nueva administración esté más dispuesta a discutir sobre el tráfico de armas hacia México, pero la realidad es que gran parte de lo que debe cambiar requiere legislación. Si los demócratas controlan el Senado, es más probable que se produzcan cambios en la ley de armas de Estados Unidos, aunque sigue siendo una agenda nacional difícil.

Si bien la política exterior no es una prioridad para el gobierno de AMLO, habrá intereses comunes en torno al desarrollo económico y la seguridad en Centroamérica. Biden fue la persona clave de Obama en Centroamérica. Conoce bien la región y probablemente volverá a adoptar un enfoque que destaque el desarrollo económico. Esto es algo en lo que los dos países podrían trabajar juntos.

Un obstáculo para el gobierno mexicano es la percepción de que AMLO no solo accedió a las tácticas de intimidación de Trump, sino que ambos hicieron una causa común. Esto fue confirmado por la negativa de AMLO a reconocer a Biden en las semanas posteriores a las elecciones, incluso después de que el ganador se estableció firmemente y comenzó la transición. Es probable que exista resentimiento y desconfianza subyacente por parte de los funcionarios estadounidenses. 

La cooperación antidrogas es una prioridad para todos los gobiernos de Estados Unidos. Esto continuará, pero la reciente detención del general Salvador Cienfuegos y su posterior regreso a México exponen tensiones dentro de la relación militar y antidrogas. También demuestra el peso de las cuestiones militares y antidrogas en las relaciones bilaterales.

El cambio climático estará en la agenda de Biden. Habrá oportunidades de colaboración aquí, pero no está claro cómo responderá México. Las iniciativas climáticas que se considera que infringen la soberanía mexicana son dudosas.

Si algo nos han enseñado los últimos cuatro años de la Administración Trump es que la relación México-Estados Unidos puede sobrevivir mucho. Si bien existen impedimentos políticos para avanzar en cuestiones críticas, se necesitará de la sociedad civil en ambos países para garantizar el avance.

¡Esperamos una mayor cooperación en los próximos años!

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