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1. PARTICIPACIÓN POLÍTICA AQUÍ Y ALLÁ: RETROCESOS Y CAMINO RECORRIDO
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Foto de Joshua Polson/AP

Los votantes de origen latinoamericano y su peso en las elecciones de 2020 en EUA

 
Oscar Chacón

Alianza Americas

El 3 de noviembre del 2020 será el día en el que los Estados Unidos de América (EUA) llevará a cabo su próxima elección nacional. Además de votar para la selección de la persona que ocupará la Casa Blanca para el periodo 2021-2024, los votantes de los EUA elegirán casi un tercio de los puestos del senado federal, como también los 435 puestos de la Casa de Representantes. Se trata, por tanto, de un ejercicio electoral de gran trascendencia, más allá de si Donald J. Trump será capaz de asegurar su reelección. Una de las preguntas frecuentes en el marco de este ejercicio electoral es cuál será el papel que jugarán los votantes de origen latinoamericano en estos comicios.

Dado que estamos a más o menos un año de estos comicios, las investigaciones que se han hecho en torno a la interrogante antes mencionada son todavía muy generales. Sin embargo, hay algunos datos preliminares de mucho interés. Por ejemplo, la población de personas ciudadanas (por nacimiento o por la vía de la naturalización), de origen latinoamericano, de 18 años o más; y que por tanto pudieran ejercer el derecho al voto, será la más numerosa en lo que va de la historia.

La proyección hecha por el Centro de Investigaciones Pew, en una serie de datos dados a conocer el pasado 14 de octubre, señala que habrá aproximadamente 32 millones de personas de origen latinoamericanas aptas para votar en noviembre del 2020. Por primera vez en la historia, el número de personas aptas para votar en los EUA en el 2020, de origen latinoamericana, será superior al número de personas de raza negra.

Sin embargo, la población apta  para votar, de origen latinoamericano, no es por sí solo un factor que conduce a una mayor cuota de poder político. Un factor clave será la tasa de participación electoral. Desdichadamente, este sector poblacional no ha mostrado altos niveles de participación electoral. El nivel más alto de participación electoral de este grupo se alcanzó en 2008, con 49.9% de participación efectiva. Para efectos comparativos, en las elecciones de 2016, la tasa de participación fue de 47.6%. También para efectos comparativos, tanto los votantes de raza blanca, como los de raza negra, alcanzaron niveles de participación electoral por encima del 60% en los comicios de 2016.

 

El colegio electoral y el voto Latino

 

A diferencia de lo que la mayoría de las personas piensan, tanto en los EUA, como en el extranjero, la presidencia de los EUA no es un cargo de elección popular directa. Es un cargo seleccionado por un grupo de 539 personas conocidas como el Colegio Electoral. La ley electoral establece que aquel candidato que consiga cuando menos el apoyo de 270 miembros del colegio electoral logrará la selección para dicho cargo. El Colegio Electoral ha estado vigente desde 1804, y sigue siendo el sistema que rige el proceso de selección del presidente de los EUA.

La prevalencia de este sistema funciona en detrimento del papel electoral de grupos minoritarios de votantes como es el caso de los votantes de origen latinoamericano. La presencia geográfica de los votantes de origen latinoamericano se concentra en un grupo pequeño de estados de la Unión Americana. Los principales estados de concentración de votantes de origen latinoamericano, en orden de prioridad, son Nuevo México, California, Texas, Florida, Arizona, Nevada, Colorado, Nueva Jersey, Nueva York, Connecticut e Illinois.

De acuerdo con un estudio publicado en octubre de 2018 por el Centro de Investigaciones Pew, los votantes de origen latinoamericano representaban el 42.6% del total del electorado en Nuevo México y el 11.2% en Illinois. De estos estados, únicamente tres son considerados estados claves con relación al Colegio Electoral: Florida, donde los votantes de origen latinoamericano representaban el 19.8% del total de los votantes; Nevada, con el 19%; y Colorado, con el 15.7%.

En contraste a los estados antes mencionados, los siguientes son también considerados decisivos en el marco del Colegio Electoral: Virginia, Pennsylvania, Wisconsin, Indiana, Iowa, Michigan, New Hampshire y Ohio. En estos estados, los votantes de origen latinoamericano representan porcentajes muy pequeños del total del electorado. Específicamente, los votantes latinoamericanos representan únicamente el 5.4, el 5.1, el 4.1 el 4, el 3.4, el 3.3 el 2.7 y el 2.6% del total de votantes.

Por lo tanto, y a menos que la contienda electoral en el total de estados considerados decisivos en el marco del Colegio Electoral sea sumamente cerrada, la posibilidad de que el voto de personas de origen latinoamericano sea decisivo en el proceso de selección del ganador de la presidencia de los EUA para el periodo 2021-2024, es sumamente limitado.

 

Pilares del éxito de la campaña presidencial de Trump para 2016

Es importante recordar que el éxito de la campaña presidencial de Donald J. Trump en 2016 descansó en el aprovechamiento pleno de tres grandes temores que han venido afectando a los votantes de raza blanca en el país, pero de manera especial en el conjunto de estados que al final de cuenta son los decisivos en el proceso de selección del presidente de los EUA. Esos temores han sido los siguientes:

 

  1. La inseguridad económica e incertidumbre acerca del futuro. El modelo particular de capitalismo favorecido por la élite económica de los EUA -cuando menos desde finales de la década de los 70- ha transferido gradualmente ingresos y riquezas de lo que un día fue la clase media más robusta del planeta, hacia una oligarquía que representa menos del 1% de la población de los EUA.
     

  2. Las implicaciones de la transformación demográfica de un país cuya fundación y desarrollo histórico está íntimamente ligada a personas de raza blanca, anglosajonas, y protestantes hacia un país donde esa población históricamente dominante dejará de ser la mayoría. Para mediados de la década de los 2040, los EUA pasará a ser un país donde la mayoría de la población será un conjunto de minorías étnico-raciales encabezadas por personas de origen latinoamericano (especialmente mexicanos), negros y asiáticos.
     

  3. El fracaso del sistema político convencional de democracia representativa dominada por dos partidos políticos crecientemente percibidos como incapaces de solventar los problemas más ampliamente sentidos, y de ofrecer soluciones tangibles que den esperanza a las mayorías.

 

La campaña presidencial de Donald J. Trump, que culminó con su triunfo electoral en noviembre del 2016, apostó a su capacidad de apelar a los peores instintos de la sociedad estadounidense, respondiendo de forma mezquina a los temores antes señalados. La Administración Trump ha actuado, desde su instalación en la Casa Blanca, de forma consistente en el impulso de una estrategia que busca consistentemente avanzar una agenda populista, apelando al nacionalismo blanco inspirado en la ideología fundamentada en el precepto de la supremacía de la raza blanca, desde la cual buscar su reelección en 2020.

El destinatario final de los mensajes que emanan desde la Casa Blanca, incluyendo la conducta del presidente y sus más cercanos asesores, son los votantes de raza blanca en la docena de estados que seguramente serán una vez más los decisivos en el proceso de selección del ocupante de la Casa Blanca para el periodo 2021-2024.

Dada la característica demográfica de la población votante en los estados --que una vez más decidirán el triunfador de la elección presidencial que se avecina, se hace menos difícil de entender la conducta política del presidente Trump ya sea en temas de política doméstica, como también los de política internacional.

Más allá del papel de los votantes de origen latinoamericano en el marco de la campaña presidencial que culminará el 3 de noviembre de 2020, es importante mencionar un factor con frecuencia ignorado. El bloque de personas de origen latinoamericano que reside en los EUA no es un monolítico, carece de una agenda común. Los cerca de 32 millones de votantes de origen latinoamericano con la opción de votar en las elecciones de noviembre de 2020 en los EUA se parecen mucho a la población votante de cualquier país latinoamericano. Se trata de un universo diverso de personas que, a diferencia de otros grupos, no hemos sido capaces de construir una agenda compartida de futuro que nos permita actuar política y electoralmente con mayor sentido de unidad de propósito.

Como es bien conocido, se estima que Donald J. Trump logró el voto del 27% de las personas que salieron a votar en la elección del 2016. Esta realidad hace previsible que el presidente Trump seguramente logrará atraer un porcentaje significativo de los votantes de origen latinoamericano que salgan a votar en noviembre del próximo año.

 

Elecciones locales y estatales: Terreno de mejores oportunidades

Como lo mencioné en el primer párrafo de este artículo, las elecciones del 3 de noviembre del próximo año van más allá del ámbito presidencial. El papel de los votantes de origen latinoamericano en al menos 11 estados de la Unión Americana tiene el potencial de ser decisivo en estados donde el voto latino representa cuando menos el 10% de la población apta para votar. Esos estados incluyen Nuevo México (42.6% del total de la población apta para votar), California (30%), Texas (29.8%), Florida (19.8%), Arizona (23.4%), Nevada (19%), Colorado (15.7%), Nueva Jersey (14.8%), Nueva York (14.6%), Connecticut (11.7%) e Illinois (11.2%). En cada uno de estos estados, existe el potencial de jugar papeles decisivos no solo en la elección general, sino también en las elecciones primarias en las que se deciden los candidatos para la elección general.

Si el peso del voto latino se ejerce de manera inteligente y visionaria en cuando menos los estados antes mencionados, existe el potencial de conformar alianzas electorales que permitan ir cambiando la composición del congreso federal y de ir cambiando también la naturaleza de la oferta política que emana desde los partidos políticos. Este es un tema de gran trascendencia, especialmente si se reconoce que uno de los problemas graves que el Partido Demócrata no ha logrado superar es su capacidad de generar una nueva generación de agentes políticos equipados no solo de juventud y energía, sino también de una agenda inspiradora de transformación que ofrezca soluciones valientes y responsables ante los problemas que aquejan a la mayora de las personas en los EUA, y en el resto del mundo.

 

Potenciales sorpresas en nuevas zonas de crecimiento

Además de los estados clave en el ámbito presidencial o de los estados de gran concentración de población votante de origen latinoamericana, hay dinámicas interesantes sucediendo en una amplia gama de estados donde los votantes latinos son todavía una minoría, pero donde el trabajo de organización de base, combinado con un trabajo acertado de construcción de alianzas pudiera traducirse en sorpresas interesantes para el futuro de la gestión política de beneficio de las comunidades de origen latinoamericano.

Algunos ejemplos de ámbitos estatales donde se pudieran ir gestando sorpresas positivas en el mediano y largo plazo son estados como Massachusetts (8.7% del total del electorado), Utah (8.5%), Oregon (7.7%), Washington (7.4%), Georgia (4.7%), North Carolina (4.3%) y Minnesota (2.9%). En cada uno de estos estados, la comunidad de origen latinoamericano representa un actor nuevo. El tamaño y la relativamente reciente trayectoria permite procesos de innovación en la manera en que se organiza a la comunidad y la manera en que se va gestionando el espacio político de las comunidades de origen latinoamericano.

 

Conclusión

La población de personas de origen latinoamericana que son ciudadanas de los EUA, y de 18 años o más ha seguido creciendo de manera sostenida. Este patrón solo se reforzará a lo largo de las próximas décadas. Sin embargo, el mayor desafío de corto plazo es cómo superar la tasa de participación electoral de manera que llegue a estar al mismo nivel de los votantes de raza blanca, como también de los de raza negra.

También en el corto y mediano plazo: cómo aprovechar mejor el patrón de crecimiento demográfico, incluyendo el porcentaje de personas aptas para votar en estados donde la presencia latina es todavía pequeña, pero donde el entorno político es relativamente amigable para grupos de minoría étnico-racial, será también un desafío por despejar positivamente.

En el largo plazo, los desafíos clave son más complejos y requerirán la articulación de un nuevo modelo de organización política que le permita a las personas de origen latinoamericano jugar un papel más decisivo en la formulación de una estrategia política y electoral que responda a los problemas estructurales de orden económico, social y político que han permitido a fuerzas políticas como las que están detrás de Donald J. Trump, manipular a amplios segmentos de la sociedad estadounidense para el impulso de una agenda ultraconservadora neofascista que se nutre de fomentar las divisiones entre grupos que tienen mucho más en común, que de diferencias reales de intereses.

La tarea central en este campo es la articulación de una agenda de profundas transformaciones económicas que permitan orientar el país hacia un futuro equitativo donde el bienestar de las personas en todos los sentidos esté plenamente en sincronía con el bienestar ambiental que permita recuperar el daño ya causado al planeta y su viabilidad de largo plazo.

Finalmente, está el problema estructural del Colegio Electoral como el sistema de selección del presidente de los EUA. Se trata de un sistema profundamente obsoleto y, ante la realidad actual, profundamente antidemocrático. La población de origen latinoamericano, incluyendo a la población de votantes, tendrá que hacer causa común con otros sectores interesados en la gran tarea de reinventar la teoría y la práctica de lo que significa democracia. Si la democracia sigue estando divorciada del involucramiento de la mayoría de las personas en los procesos de toma de decisiones que afectan sus vidas, seguirá persistiendo el riesgo de falsos profetas que buscan explotar los peores instintos de los seres humanos para distraer y dividir a las personas.

Estos cambios son urgentes, especialmente ante las transformaciones demográficas inevitables del país, como también la irreversible realidad de una interdependencia cada vez mayor entre los pueblos del mundo. Un mundo mejor que el actual es totalmente posible y, además, indispensable. Pero para que suceda, se requiere de una acción política premeditada que construya poder democrático desde lo local, armonizado con el vecindario global en el que ya vivimos.

 

*26 de noviembre, 2019

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