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3)  Perspectiva de las organizaciones de migrantes
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Foto de Joe Buglewicz/Reuters

Los  latinos en EUA, en especial los mexicoamericanos, debemos ser más para hacer más en las siguientes elecciones 

 
Angélica Fuentes

Coordinadora de la comisión de asuntos de la Mujer de Fuerza Migrante

 

 

En 1960, la campaña de John F. Kennedy atrajo a un grupo de votantes que fue esencialmente olvidado por otras campañas políticas: los latinos.

Jackie Kennedy, en ese momento esposa del candidato, salió al aire con su propio anuncio en español llamando a la gente a votar. El anuncio terminó con un “¡Viva Kennedy!”, eslogan que se convirtió en una frase unificadora para un grupo de organizadores políticos mexicoamericanos en Texas.

Esos grupos, que se conocieron como los Viva Kennedy Clubs, lograron posicionar los problemas regionales latinos, como la vivienda, el desempleo y la segregación escolar, como una prioridad en la campaña de Kennedy. De esta forma, el candidato obtuvo el voto de la población mexicoamericana y otros grupos latinos en estados clave como Texas e Illinois.

Esa fue la primera vez que un candidato para la presidencia de los Estados Unidos se acercó a la población latina, la vio como una minoría importante y le ofreció un lugar para cubrir algunas de sus necesidades en campaña. En ese momento, la comunidad latina estaba conformada por unos 6 millones de habitantes, cerca del 3.5% de la población del país norteamericano. Kennedy fue un visionario al reconocer a los votantes latinos como una fuerza creciente en la política estadounidense. Las organizaciones de migrantes, o clubes como les llamaban en ese momento, lo aceptaron y proyectaron como un amigo, alguien con quien podían identificarse, pues era un católico irlandés que se preocupaba por las comunidades mexicoamericanas y otras de origen latino. Como resultado, Kennedy obtuvo alrededor del 85% de los votos mexicoamericanos ese año.

 

El esfuerzo de Kennedy en 1960 fue la primera vez en que una campaña política tuvo éxito en ayudar a exponer los problemas latinos a todo el país y este esfuerzo quizás no hubiera sido tan exitoso sin el apoyo de su esposa, Jacky, quien supo hablarle también a otra minoría, a las mujeres latinas.

John F. Kennedy fue capaz de aplicar en Estados Unidos una política de integración racial y de apoyo a los movimientos por los derechos civiles. Algo inédito en el país, a ningún presidente se le había ocurrido antes. Un candidato descendiente de inmigrantes construyó la posibilidad de un sueño americano para todos los americanos, inmigrantes o no, y se convirtió en uno de los presidentes más icónicos de la historia de la humanidad. Desde entonces la historia de los migrantes latinos, en especial de los mexicoamericanos, toma relevancia cuando se habla del voto en los Estados Unidos y de la lucha por nuestros derechos.

Actualmente, a medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2020, los grupos de apoyo para los migrantes como Fuerza Migrante se movilizan e incrementan sus esfuerzos para lograr que se registren tantos latinos como sea posible para votar. Cada vez somos más quienes como mexicanos y residentes de este país nos involucramos en la vida política del mismo. La relevancia que tomamos como grupo social debe ir en aumento al igual que el número de votantes latinos con derecho a voto. No es fácil, pero las cifras hablan por sí solas y justifican este derecho que tanto nos merecemos.

En 1980, había alrededor de 2.2 millones de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos, lo que constituía el 16 por ciento de la población inmigrante total en ese momento; en 2012, su participación había aumentado al 28 por ciento y ahora se considera que casi uno de cada tres inmigrantes son nuestros paisanos, convirtiendo a México en la principal fuente de migración en Estados Unidos. Un récord de 32 millones de personas que se identifican como latinas tendrán derecho a votar en las elecciones presidenciales de 2020. Esta cantidad representa poco más del 13% del electorado, número que supera por primera vez a los votantes negros registrados y convierte a los latinos en el grupo de votantes más grande de la nación después de los blancos. Por eso, ahora es normal que los candidatos destinen millones a campañas de registro y divulgación de votantes latinos.

Nuestra comunidad migrante debe votar en la elección de noviembre, y aunque solo una minoría de los migrantes son elegibles para votar, la comunidad latina constituye la fuerza racial creciente más relevante por su número e influencia. Los migrantes juegan un papel muy importante en el desarrollo de este  país, Estados Unidos de América (EUA). Para ponerlo en perspectiva, permitir la migración en los Estados Unidos elevaría el crecimiento del producto interno bruto (PIB) - el valor total de bienes y servicios producidos- en un 0,33% en la próxima década, de acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso de EUA. Por el contrario, sin los inmigrantes, el crecimiento se encogería en un 0,27% al año.

En el crecimiento futuro de la economía de Estados Unidos, los latinos, especialmente los mexicanos, tendremos un papel protagónico. De una población de casi 57 millones de latinos en EE.UU., más del 63% es de origen mexicano, es decir, más de 36 millones de personas. Esto incluye a los inmigrantes mexicanos que residen en Estados Unidos y a los estadounidenses que, en el censo, se identifican como de origen mexicano. Esto es un pequeño reflejo muy significativo de lo que representa nuestra comunidad en este país y por ende la importancia de nuestra participación en la democracia y la urgencia que tenemos de exigir nuestros derechos y construir las mejores condiciones para nuestra comunidad.

No somos una cifra, pero nunca la comunidad latina ha estado más representada en la política estadounidense como ahora. El 2020 sin duda es un año de grandes cambios, un año en el que los latinos debemos hacernos presentes. Las elecciones pasadas ya sembraron la lección y para crecer se debe aprender de los errores. Al analizar la derrota de Clinton frente a Trump, uno de los errores de su campaña fue no prestar suficiente atención al voto de las minorías, particularmente el de los latinos.

En un sistema electoral en el cual para ganar las elecciones presidenciales un candidato tiene que ganar en el colegio electoral, es más importante ganar en ciertos estados que el voto popular —que Trump perdió en 2016—. Muchos de los estados donde la población latina crece más rápido son estados claves para la elección presidencial de 2020. Florida, el tercer estado con más latinos y el segundo donde la población latina creció más rápidamente entre 2000 y 2015, es un estado indefinido, en el que el voto puede inclinarse tanto por el lado demócrata como el republicano. En Georgia, un estado tradicionalmente conservador y donde la población latina creció más rápidamente en ese periodo, los demócratas experimentaron un progreso importante tanto en las últimas midterms como en las elecciones a gobernador, en las que la candidata demócrata Stacy Adams perdió por solo un 1,4% con el 62% de los votos latinos. Este avance demócrata en estados republicanos con más latinos se nota también en Texas, donde el candidato Beto O’Rourke casi derrotó al senador republicano Ted Cruz, y en Arizona, donde la senadora Kyrsten Sinema ganó un lugar antes republicano. En tres de estos estados claves, casi dos tercios de los latinos votaron por un demócrata. Los demócratas también ganaron las elecciones senatoriales en Nevada y Nuevo México, en los que más del 25% de la población es latina. De continuar esta tendencia, todos estos estados podrían convertirse en demócratas en las elecciones de 2020.

Es fácil reconocer que tenemos la ventaja de estar en una mejor posición, actualmente hay una nueva generación de políticos que pueden liderar el camino. Por ejemplo, Julián Castro, texano de orígenes mexicanos y secretario de Vivienda con Obama, fue uno de los primeros candidatos en presentarse a las primarias demócratas para 2020. Castro  quiere desafiar a Trump en el tema de la inmigración proponiendo una legislación para dar a los inmigrantes clandestinos una vía a la ciudadanía. En el Congreso también está cambiando el panorama político. Con 37 latinos en la Cámara de Representantes y cuatro en el Senado, hay más parlamentarios latinos que nunca, incluidas mujeres. Una de ellas, Alexandria Ocasio-Cortez quien en 2018 obtuvo un triunfo histórico al convertirse en la mujer más joven jamás elegida para el Congreso. Nacida en  Nueva York, de 29 años y con orígenes puertorriqueños, pertenece al ala izquierdista de los demócratas que apoya el movimiento progresista impulsado por Bernie Sanders en 2016. Desafiando a Trump, propuso la abolición del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas por su tratamiento injusto hacia los inmigrantes. La congresista, muy activa en las redes sociales, representa a esta nueva generación que está cambiando el panorama político estadounidense y de nuevos liderazgos para nuestra juventud.

Es una noticia extraordinaria que haya más latinos que se presentan y ganan elecciones. Sin embargo, eso no significa que la situación cotidiana de los latinos vaya a mejorar. El hecho de que los demócratas se opongan a la agenda extrema del presidente contra los latinos no quiere decir necesariamente que en 2020 vaya a haber una ola de votos latinos contra Trump. Debemos tomar acciones como comunidad para ayudar a los latinos que quieran participar en el proceso político, sobre todo ayudando a los que quieren registrarse para votar. Ganen los republicanos o los demócratas en 2020, una cosa está clara: el panorama político estadounidense está cambiando y los latinos somos parte de este cambio, en especial los mexicoamericanos, y debemos aprovecharlo, debemos ser más para hacer más.

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