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3. Migración y políticas de atención a poblaciones en movilidad

Foto de Greg Bulla vía Unsplash

Posterior al fin del Título 42:

Administración Biden refuerza el enfoque de contención de los flujos migratorios

 
 
 
Oscar Chacón

Alianza Americas

 

 

 

A partir del jueves 12 de mayo del año en curso, el uso de la regla de salud pública que le permite a los Estados Unidos de América (EUA) prohibir el ingreso de toda persona extranjera a razón de consideraciones de salud pública, conocida como Título 42, quedó sin efecto. Dicha medida, originalmente establecida a mediados del siglo pasado, fue invocada en marzo del 2020 por la administración Trump. La justificación de su invocación en ese momento fue el alegato de que todo extranjero que arribara a la frontera sur de los EUA representaba una amenaza de salud pública en el marco de la pandemia de COVID-19, declarada a principio de marzo del 2020 por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, la noción de que los extranjeros que llegaban a la frontera sur eran un factor clave de contagio era simplemente una aseveración motivada por razones políticas, sin evidencia científica. La invocación de Título 42 fue un ejemplo de la manera en que la administración Trump ocupó la ley existente, de manera muy creativa, para avanzar su agenda antiinmigrante.

A lo largo de la campaña electoral del 2020, el entonces candidato demócrata para la presidencia, Joe Biden, criticó duramente el uso del Título 42. En particular, lo cuestionó por ser una forma de impedir el derecho de personas extranjeras a solicitar asilo en los EUA. Joe Biden estaba en desacuerdo también con el uso del Protocolo de Protección para Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), conocido popularmente como Quédate en México. Este último programa, implementado en colaboración tácita del gobierno de México, conllevó a la concentración de grandes números de personas migrantes en las ciudades fronterizas entre México y los EUA, como también en otras partes del territorio mexicano.

 

En el caso del uso de Título 42, es importante señalar que las principales víctimas de esta política fueron personas migrantes de México, Guatemala, Honduras, y El Salvador; como lo indicó el periódico The Guardian en un artículo publicado el 16 de noviembre del año pasado. Las personas migrantes de estos países han sido, como grupo, el bloque más numeroso de extranjeros que han buscado ingresar, sin autorización, por medio de la frontera sur de los EUA. A partir del año fiscal que culminó en septiembre del año pasado, personas migrantes de otras nacionalidades, particularmente de países sudamericanos, se han convertido en un porcentaje creciente de las personas intentando ingresar sin autorización a los EUA.

 

En el año fiscal 2021 (concluido en septiembre del 2022), las personas de las cuatro nacionalidades antes mencionadas representaron el 78% del total de los encuentros fronterizos reportados por la Patrulla Fronteriza y de Aduanas (CBP, por sus siglas en inglés) de los EUA.  Ese mismo grupo representó el 57% en el año fiscal 2022. Sin embargo, en los primeros siete meses del año fiscal 2023 (iniciado en octubre del 2022), las personas de otras nacionalidades, a excepción de los cuatro grupos nacionales referidos, representaron el 53% del total de encuentros reportados por la CBP. Es importante destacar que los datos de encuentros compilados por la CBP incluyen el caso de personas que en el mismo periodo de tiempo pudieron haber tenido más de un encuentro con la CBP. Además, está el factor de los ingresos no detectados por la CBP. Sobre esto último, no hay una fuente verificable de datos.

 

¿Qué factores han detonado el incremento en los patrones migratorios en los últimos años?

Indudablemente, el movimiento de personas a través de fronteras se ha incrementado posterior al 2020, año en que el COVID-19 alteró profundamente la movilidad en el mundo entero. En el caso del continente americano, se ha hablado mucho del incremento en los intentos de personas extranjeras por ingresar sin autorización a los EUA. Sin embargo, es muy probable que la tendencia al alza empezó desde el 2019. De acuerdo con información compilada por la CBP, en el periodo de 12 meses que culminó en septiembre del 2018 (año fiscal 2018) se registraron 396,579 encuentros con personas migrantes. A lo largo del año fiscal 2019, ese número ascendió a 851,508. Es decir, el número de encuentros se duplicó del 2018 al 2019. Sin embargo, en el año fiscal que finalizó en septiembre del 2020, el número de encuentros bajó a 400,651. La principal explicación para este decrecimiento, con relación al año fiscal anterior, fue la pandemia. Sin embargo, vale la pena destacar que ese número fue superior a los registrados en el año fiscal 2018.

En el año fiscal 2021, el número de encuentros registrados por la CBP fue de 1,734,686. En el año fiscal 2022, el total de encuentros ascendió a 2,378,944. En los siete meses (octubre-abril) del año fiscal en curso, la CBP reportó un total de 1,431,964 encuentros. La segregación de estos encuentros fronterizos a razón de origen nacional deja muy claro que la mayoría de las personas que han intentado ingresar de forma no autorizada han sido mayormente de cuatro países: México, Guatemala, Honduras, y El Salvador. Estos grupos nacionales han sido las nacionalidades dominantes a lo largo de las últimas cinco décadas.

Del total de personas migrantes que tuvieron encuentros con la CBP, las personas de las cuatro nacionalidades antes mencionadas representaron el 78%, el 57%, y el 47% en los años fiscales 2021, 2022, y en los primeros siete meses del año fiscal 2023, respectivamente. Las personas mexicanas se han vuelto a posicionar como el grupo nacional más grande de las personas que han tenido encuentros con la CBP. Sin embargo, a partir del año fiscal 2022, las personas de otras nacionalidades han venido incrementando su representatividad en el universo de personas que han tenido encuentros con la CBP.

Lo que estos datos aparentemente sugieren es que la tendencia de incremento en los flujos migratorios no autorizados seguramente inició desde el 2019. Dicha tendencia se interrumpió druante la pandemia declarada por el COVID-19, lo cual vino a profundizar y a complejizar los factores estructurales de expulsión de personas de diferentes nacionalidades en América Latina. El cambio reciente en los grupos nacionales que protagonizan los flujos migratorios no autorizados parece ser el agravamiento de la coyuntura política en varios países latinoamericanos y caribeños.

Sin embargo, la persistencia de personas de México, Guatemala, Honduras, y de El Salvador como los grupos nacionales que siguen predominando en los flujos migratorios no autorizados sigue siendo una tendencia. La evidencia parece también sugerir que el mercado laboral que representan los EUA es también un importante factor de atracción. Además, varios de los grupos nacionales que han venido incrementando su presencia numérica en los flujos no autorizados parecen entender las ventanas de oportunidad que la inexistencia de acuerdos migratorios bilaterales entre los EUA y sus países de origen presentan. Específicamente, ni Venezuela, ni Cuba, ni Nicaragua tienen acuerdos bilaterales para efectos de deportaciones de sus nacionales con los EUA. Finalmente, la opción de migrar de manera no autorizada no es la opción preferida por nadie. Sin embargo, no hay opciones de migración autorizada realmente accesibles y funcionales para la mayoría de las personas que participan en los flujos irregulares.

Como es bien conocido, los impactos económicos y sociales de la pandemia en toda América Latina fueron devastadores. Decenas de millones de personas perdieron sus empleos. Dicho de otra manera, perdieron sus formas tradicionales de generar ingresos. Los raquíticos sistemas de acceso al cuidado médico entraron en crisis. A consecuencia de las inequidades mundiales en cuanto al acceso a medicamentos, muchos países latinoamericanos no tuvieron acceso masivo inmediato a las vacunas para neutralizar la pandemia. Como regla general, los gobiernos de América Latina y el Caribe no estaban en condiciones de impulsar programas de asistencia social y económica robustos, capaces de aliviar las penurias causadas por COVID-19, ni siquiera en el mediano plazo. Las vidas que ya eran difíciles antes de la pandemia empeoraron gravemente en el contexto pospandémico.

 

Por el contrario, el impacto de COVID-19 en los EUA fue muy diferente. Después de un primer momento de contracción del mercado laboral, y de una fuerte respuesta en el ámbito de asistencia económica de emergencia, los EUA ha vivido un periodo de expansión en su mercado laboral, con frecuencia experimentando déficits de trabajadores en varias áreas de empleo. Para principios del 2021, las vacunas estuvieron mayormente disponibles para toda persona que quería vacunarse. Aun sin tomar en cuenta otros factores, estas condiciones asimétricas entre los EUA y América Latina, y en particular con relación a los países con los cuales existe una relación más intensa de interdependencia estructural, seguramente ayudan a explicar el porqué del incremento en los flujos migratorios no autorizados.

 

La histeria generada en torno al fin del uso de Título 42

Fuerzas políticas que han criticado a la administración Biden por no tomar medidas punitivas más drásticas en contra de las personas que buscan ingresar sin autorización, por medio de la frontera sur de los EUA, promovieron la idea de que el país iba a ser invadido por cientos de miles de personas migrantes a partir del 12 de mayo. Esta idea se ha impulsado en paralelo con la idea de que la frontera está abierta y que, cuando menos, es una frontera porosa y, por lo tanto, fácil de cruzar. Para efectos prácticos, el gobernador de Texas Gregg Abbot, el gobernador de Florida Ron DeSantis, al igual que el expresidente Donald Trump y otros gobernadores republicanos, han sido los principales promotores de la idea que cruzar la frontera de manera no autorizada es cosa fácil.

El mensaje apocalíptico sobre lo que sucedería a partir del 12 de octubre fue plenamente absorbido por los medios de prensa de los EUA y de otras partes del mundo. En los días previos al 12 de mayo, medios de prensa diversos despacharon muchos de sus reporteros, fotógrafos y camarógrafos a las diferentes ciudades fronterizas, a espera de la anticipada “invasión.” Sin embargo, la invasión no sucedió. En parte, eso se debió a la sabiduría popular que hacia obvio que intentar cruzar la frontera en un momento de gran concentración de esfuerzos de contención no tenía ningún sentido. Además, muchas personas migrantes han decidido intentar seguir los programas anunciados recientemente por la administración Biden, con la esperanza de que tales programas funcionen y de esa manera intentar cumplir con su aspiración de ingresar y asentarse en los EUA.

El dominio de la narrativa apocalíptica demuestra la hegemonía que siguen teniendo los mensajes que emanan de fuerzas políticas inspiradas por prejuicios racistas, xenófobos, y aporofóbicos. A pesar de millonarios esfuerzos por cambiar la narrativa tóxica acerca de la inmigración y las personas extranjeras a lo largo de las últimas décadas, son las fuerzas antiinmigrantes las que siguen dominando.  La incapacidad por parte de las cúpulas dirigentes del Partido Demócrata para articular una narrativa radicalmente diferente, basada en la evidencia acerca del impacto que la migración y las personas migrantes han tenido en los EUA a lo largo de las últimas décadas, ha puesto a la Administración Biden en una condición de desventaja fundamental ante las fuerzas extremistas que ejercen dominio dentro de las cúpulas de dirección del Partido Republicano.

Visto desde la perspectiva de los liderazgos de personas migrantes organizadas, especialmente de comunidades inmigrantes latinoamericanas en los EUA, parecería que las direcciones de ambos partidos políticos dominantes comparten la misma lectura acerca de la migración y las personas migrantes de países latinoamericanos y caribeños, como también de otras personas migrantes provenientes de países mayormente habitados por personas de minorías étnico-raciales.

El caso de las personas de Ucrania que se han visto forzadas a salir de su país a consecuencia de la invasión rusa, que indudablemente merecen protección y apoyo, y que son en su mayoría personas de raza blanca, han recibido un trato notablemente mejor que el recibido por el resto de las personas migrantes. Independientemente de la vigencia de la Pandemia y de la vigencia en el uso del Título 42, la administración Biden encontró una manera de proteger a estas personas. Sin embargo, para el resto de los grupos nacionales que también han sido forzados a salir de sus países en busca de apoyo y protección en el extranjero, el rechazo sigue siendo la respuesta dominante.

 

Significados de los cambios anunciados el 27 de abril por la administración Biden

Desdichadamente, y a pesar de las promesas de campaña hechas por el ahora presidente Biden, su administración ha terminado plegándose a muchas de las ideas dominantes acerca del significado de la inmigración y del impacto que las personas migrantes tienen en los EUA, como también en los respectivos países de origen de las personas migrantes. A partir de esta aseveración, es fácil entender las medidas anunciadas por Alejandro Mayorkas, secretario de seguridad nacional de la administración Biden, en torno al fin del uso de Título 42 en el marco de finalización de las medidas de emergencia en torno a la Pandemia causada por COVID-19.

Una de las principales consecuencias de las medidas recientemente anunciadas es dificultar la posibilidad de que una persona que ha viajado sin autorización migratoria pueda solicitar asilo en la frontera sur de los EUA. En función de esta meta las únicas personas que podrán solicitar asilo en la frontera sur, por medio de la aplicación CBPone, son aquellas que puedan comprobar que en su tránsito hacia los EUA solicitaron asilo en otro país, y les fue negado.

Si bien las medidas establecen criterios excepcionales de esta medida, en la práctica, muchas personas quedarán descalificadas de poder solicitar asilo. En adición, se ha anunciado la creación de centros regionales de procesamiento en Guatemala y Colombia. La promesa es que tales centros permitirán a personas que desean solicitar protección humanitaria en los EUA lo puedan hacer a través de estos centros de procesamiento. Un propósito de esta iniciativa es frenar los flujos irregulares. De acuerdo con un comunicado de prensa emitido por el Departamento de Estado de los EUA el 1ro de junio, será Guatemala donde se pondrá en vigencia el primero de estos centros. En dicho comunicado se afirmó que las Oficinas de Movilidad Segura comenzarán sus funciones el 12 de junio de 2023.

Las medidas anunciadas el 27 de abril señalan también que los EUA procesa de manera ágil las solicitudes de asilo recibidas. En caso de que la solicitud sea negada, los solicitantes serán deportados de manera expedita. Asesores de la Administración Biden han asegurado en múltiples ocasiones que la mayoría de las personas que han solicitado asilo en años recientes no califican para esta forma de protección humanitaria. Estas afirmaciones no son muy diferentes a las afirmaciones hechas por funcionarios de la administración Trump. Al final de cuentas, si bien la administración Biden no ha decidido bloquear enteramente la posibilidad de solicitar asilo, ha dejado muy claro que toda persona a quien se le niegue el asilo será deportada de manera ágil.

Es importante recordar que la ley de asilo ha sido una de las pocas vías por medio de las cuales una persona que se vio forzada a salir de su país, no por una razón, sino por un conjunto de condiciones que le forzaron a tomar tal acción, puede intentar ingresar y asentarse en los EUA. La naturaleza tan obtusa de las leyes de protección humanitaria vigentes es uno de los problemas de un sistema migratorio obsoleto que está muy desfasado de las realidades que en el siglo 21 empujan a tantas personas a salir de sus países. Si la ley de asilo vigente en los EUA se aplica de manera literal y rígida, como lo hizo Jeff Sessions, quien ocupó el cargo de fiscal general de los EUA durante la administración Trump, la mayoría de las personas extranjeras que han solicitado asilo en las últimas décadas recibirían una respuesta negativa a tales solicitudes. Lo que se necesita es un nuevo paradigma para el manejo humanista y visionario de los flujos migratorios actuales y de futuro.

En adición, las medidas anunciadas también incluyen cambios en la manera como se aplicarán las deportaciones de personas bajo los mecanismos legales (Título 8) para este fin, previo a la introducción del uso de Título 42. Además, se aplicará con más rigor la designación de los intentos de reingreso no autorizado como una ofensa criminal. Esto quiere decir que, en casos de reincidencia, una personara enfrentara una prohibición de 5 años en el ingreso a los EUA.

El anuncio del 27 de abril juega mucho con la percepción de nuevas vías para la migración autorizada. Por ejemplo, reafirma el compromiso de otorgar hasta 30 mil permisos menssuales de ingreso humanitario (Humanitarian Parole) para personas de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití. Este es un programa que se anunció originalmente a principios del año. En adición, se ha anunciado la emisión de permisos de ingreso similares para personas de Cuba, Haití, Guatemala, Honduras, y El Salvador, que ya hayan recibido un aviso de aprobación de una visa de reunificación familiar, y que sean invitadas a ingresar a los EUA con un permiso de ingreso (Parole) por la oficina gubernamental que procesa las solicitudes de visa. La promesa detrás de este programa es que las familias se podrán reagrupar en tiempos más razonables.

Pero más allá de los detalles de todo lo anunciado el 27 de abril, este anuncio se hizo unos días después del anuncio de la campaña de reelección de Joe Biden para un segundo término presidencial en el marco de las elecciones de noviembre del 2024. Aunque ya hay dos personas que han anunciado su intención de postularse para la elección interna del candidato último del Partido Demócrata en las próximas presidenciales, es muy probable que Joe Biden asegurara la nominación. Lo anterior quiere decir que la dirección del Partido Demócrata buscará cerrar filas en torno a un firme apoyo del esfuerzo de reelección.

Un tema notablemente ausente de las medidas anunciadas a finales de abril es el de los factores causantes de la migración forzada. Durante la campaña electoral presidencial del 2020, Joe Biden habló mucho de la importancia de abordar los factores que detonan la migración. En los primeros meses de su administración, el presidente Biden designó a Ricardo Zúñiga como enviado especial de su administración ante la región centroamericana, y por extensión lógica, hacia México. Juan González, un alto funcionario del Consejo Nacional de Seguridad asumió también un rol activo en la gestión inicial de una nueva iniciativa política con el propósito de abordar los factores causantes de la migración.  La expectativa era que estas personas articularan una estrategia de abordaje novedoso de los factores causantes de la migración forzada.

En una entrevista con la cadena de Radio Pública Nacional el 26 de marzo del 2021, Juan González correctamente diagnóstico las razones por las cuales cientos de miles de personas deciden emigrar hacia los EUA, sin tener autorización para emprender tal viaje. Explicó también el rol de las élites económicas, las que él calificó como predadoras, que se han opuesto a reformas económicas (incluyendo la política tributaria), sociales y democráticas que son necesarias para empezar a corregir las múltiples condiciones que empujan a tantas personas a irse de sus países.

A un poco más de dos años de esas declaraciones, parecería que la administración Biden se ha dado por vencida, y que de manera deliberada ha reducido su enfoque de factores causantes a la promoción de promesas de inversión extranjera directa en países al sur de su frontera por parte de grandes corporaciones transnacionales. La urgente necesidad de emprender grandes reformas económicas, sociales, políticas y culturales, capaces de iniciar un proceso de cambios que conlleven a que países como México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Haití y muchas otras naciones latinoamericanas y caribeñas; realmente se conviertan en países de donde cada vez menos personas se quieran ir, parece haber quedado en el olvido.

Irónicamente, Juan González afirmó en la entrevista antes mencionada que, sin corregir los múltiples factores causantes de la migración, el país caería en el mismo error del pasado en cuanto a gastar miles de millones de dólares en medidas de control fronterizo que buscan contener los flujos migratorios, sin que tales esfuerzos produzcan resultados sostenibles. Desdichadamente, buena parte de las medidas anunciadas por la administración Biden a finales de abril incluye precisamente un reforzamiento del enfoque de control fronterizo, con el agravante de extender tales políticas a países como México, Guatemala, Colombia y otros países del continente americano.

Lo que las nuevas medidas buscan es equipar al presidente Biden con argumentos que le permitan afirmar que su gobierno está aplicando una mano dura y firme ante quienes buscan ingresar a los EUA sin autorización migratoria, y que el presidente defiende las fronteras del país. Por el otro lado, el presidente Biden podrá también decir que está dando un trato generoso a personas que califican para solicitar asilo, aun cuando la mayoría de esas personas reciban respuestas negativas a tales solicitudes y consecuentemente sean deportadas. Desdichadamente, este abordaje al tema de las migraciones y las personas migrantes seguramente dejará insatisfechos a quienes favorecen un manejo mucho más firme ante personas extranjeras ultimadamente vistas como indeseables. Igualmente, seguirán generando críticas de quienes ven en las medidas anunciadas la continuación, aunque de forma diferente, de los preceptos migratorios puestos en vigencia por la administración Trump.

En el lado Republicano, es prácticamente un hecho que el ataque a la inmigración y a las personas migrantes, cuya mayoría son y seguirán siendo personas de América Latina y el Caribe, será una de las líneas centrales del ataque en contra de los demócratas a todos los niveles. Esta línea de ataque será adoptada por todos los precandidatos presidenciales del Partido Republicano, incluyendo al que será elegido como nominado para enfrentar a Joe Biden. La mejor evidencia de esto es la continuada campaña implementada principalmente por los gobernadores de Texas y Florida, centrada en la transportación de personas solicitantes de asilo a ciudades tales como Washington DC, Nueva York, Chicago, y recientemente, Sacramento. El hecho que este esfuerzo no concluyó con las elecciones del 2022 demuestra que la dirigencia del Partido Republicano seguirá ocupando a las personas solicitantes de asilo, y a las personas migrantes en general, para tratar de generar caos y contradicciones en el corazón de municipalidades e incluso estados gobernados por el Partido Demócrata, en camino al ciclo electoral del 2024.

 

El manejo inteligente y humanista de la migración: Una tarea que sigue pendiente

Los principales países de expulsión de personas hacia el extranjero siguen siendo naciones que carecen de liderazgos políticos y económicos comprometidos con una agenda transformadora de sus condiciones económicas, sociales y políticas, que aseguren la inclusión de cada vez mas de sus ciudadanos. Ni los EUA, ni otros grandes poderes económicos mundiales parecen tener interés de promover una agenda de cambios que produzcan sociedades más inclusivas en todos sus planos, más democráticas, y más sostenibles.

En adición, la migración de millones de personas, principalmente mexicanas, centroamericanas, y caribeñas a lo largo de las últimas décadas que se han logrado asentar en los EUA, ha generado un fenómeno financiero de gran trascendencia: Las remesas familiares. De acuerdo con el Dialogo InterAmericano, el flujo de remesas hacia América Latina y el Caribe, enviadas principalmente desde los EUA, alcanzó cerca de $150 mil millones de dólares en el curso del año pasado. Desde la perspectiva de las élites económicas, la migración de millones de sus ciudadanos hacia los EUA ha sido extremadamente rentable. En el plano económico y social, las remesas familiares representan el más importante factor de alivio a las condiciones de pobreza, que, a su vez, apacigua las tensiones políticas producidas por la negligencia en la forma como se gobierna.

A este escenario, se suma la continuación de un enfoque punitivo y de contención ante los flujos migratorios. Ni los EUA, ni los países latinoamericanos han sido capaces de proponer enfoques más sensatos de manejo de las migraciones centrados en la regularización de la condición migratoria de quienes viven sin papeles, especialmente en los EUA, como también en la ampliación de mecanismos ágiles de movilidad social y laboral transfronteriza. A pesar de que la evidencia demográfica, económica, y cultural demuestra que la migración ha sido extremadamente beneficiosa para los países emisores y receptores de personas migrantes; el manejo político de las migraciones sigue estando dominado por fuerzas políticas extremistas que siguen demonizando la migración y a las personas migrantes.

Ante esta realidad, es fácil prever que los abusos hacia personas migrantes que buscan desesperadamente asentarse en los EUA, país al que ven como la mejor opción para rehacer sus vidas y las de sus familias, seguirán vigentes. A pesar de que los EUA seguirá necesitando desesperadamente de más personas extranjeras para resolver su capacidad de renovación demográfica, incluido el plano laboral, por cuando menos la próxima década, la actitud política dominante sigue siendo una de rechazo hacia la migración y las personas migrantes.

Esta contradicción sigue haciendo necesario que actores claves de sociedad civil en los EUA, como también en América Latina y el Caribe, sigamos insistiendo en la urgencia de abogar en paralelo por nuevas políticas de desarrollo integral, verdaderamente inclusivas en el plano económico y social;  democráticas, y sostenibles; y por el otro, políticas de manejo de las migraciones que partan del reconocimiento del valor altamente positivo que las migraciones y las personas migrantes han tenido en ambos lados de la relación migratoria transfronteriza.

Desdichadamente, el fin del uso del Título 42 en los EUA, que nunca debió haber sido invocado, no significa que hayamos dado un giro transformador que genere esperanza de una vida mejor y palpable desde ya, para la mayoría de las personas que viven los países que han sido los más grandes emisores de personas migrantes. Tampoco significa que se haya dado un giro hacia un abordaje verdaderamente sensato, humanista y de genuino beneficio mutuo en lo referente al manejo de las migraciones.

En el caso particular de las organizaciones de sociedad civil dirigidas por personas migrantes, es imperativo no desistir de la articulación de propuestas visionarias e inspiradoras que nos ayuden a fijar rumbos de esperanza hacia un vecindario hemisférico y mundial más justo, independientemente de que esto signifique seguir nadando contra corriente. En paralelo con estos esfuerzos, debemos también seguir articulando respuestas inmediatas ante los desafíos cotidianos que enfrentan las personas migrantes a consecuencia de vivir en sociedades con sistemas multidimensionales de opresión e inequidades. Finalmente, debemos redoblar esfuerzos en el campo de la disputa de narrativas. Es crucial impulsar esfuerzos comunicacionales, a todos los niveles, que evidencien las mil y una maneras en que las personas migrantes hemos sido, somos y seguiremos siendo un beneficio neto, una bendición, para las sociedades donde vivimos.

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