
No se trata
solo de migrantes: se trata de nuestra humanidad
Mensaje de los obispos mexicanos con motivo del acuerdo entre México y los Estados Unidos en materia arancelaria y política migratoria
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1. MUJERES EN MÉXICO: SUS LUCHAS CONTRA TODAS LAS VIOLENCIAS Y DESIGUALDADES
1. Refugio y acogida humanitaria: respuestas necesarias ante los éxodos actuales
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PRESENTACIÓN
Elio Villaseñor Gómez
Director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultura del Diálogo A.C.
“El que no sabe respetar las ideas de los demás
tiene un pobre futuro y un triste vivir”
Pablo González Casanova, ex Rector de la UNAM.
El ambiente político en el país cada día se torna más tenso ante el escenario que anticipan los probables resultados en las elecciones del Coahuila y el Estado de México, así como el ya iniciado proceso de definición de la candidatura del partido oficial con miras a las elecciones presidenciales de 2024. En esta arena, a decir de analistas políticos y opinión pública, la oposición se va quedando a la zaga.
En forma anticipada el presidente Andrés Manuel López Obrador abrió el proceso de la sucesión presidencial, por lo que las llamadas “corcholatas” aceleran aprestos en sus respectivos cuartos de guerra para poner en práctica todas sus estrategias para ganar la candidatura y los comicios. Panorama similar se verifica entre aquellos actores políticos que, desde ahora, también apuestan por afianzar la candidatura a uno de los cargos a disputarse en las elecciones del año entrante, cuando se elegirán 128 senadores y 500 diputados federales, se renovarán 9 gubernaturas, así como 30 congresos locales.
En las elecciones de 2024 la gran apuesta del presidente y de su partido, el MORENA, es ganar en paquete el Poder Ejecutivo y el Legislativo con la promesa de culminar la reforma y renovación del estatus quo político y económico, mediante el que no sólo pretende dar continuidad a la llamada Cuarta Transformación, sino también al propósito manifiesto de conservar el poder en forma indefinida, una apetencia política de todo grupo que llegado al poder aspira a detentarlo permanentemente y que la historia del país así lo confirma.
Por otro lado, en la vida cotidiana de los ciudadanos, un amplio segmento de la población desaprueba los resultados del actual gobierno. Por ejemplo, una encuesta de El Financiero (2 de mayo de 2023) revela que la aprobación ciudadana al presidente López Obrador registró 58% en abril y una desaprobación de 41%. En el tema de la corrupción, la Encuesta Nacional sobre Corrupción y la Impunidad, elaborada por el diario Reforma y la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) revela que un 56% de los ciudadanos cree que la actual Administración ha logrado tener un impacto significativo en el combate a la corrupción; mientras que 44% opina que sigue habiendo la misma corrupción o más. Paradójicamente, el pasado 19 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió a la Cámara de Diputados una iniciativa en la que propone desaparecer la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Y, sólo para agregar un ejemplo más, en el tema de la seguridad, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que divulgó el INEGI el 19 de abril pasado, 62 de cada 100 personas consideraron como inseguro vivir en su ciudad durante el primer trimestre del año.
En el campo de la oposición, para la ciudadanía es notable una ausencia total de propuestas concretas que, con una narrativa sencilla y clara, exponga planteamientos sobre cómo actuar contra la creciente pobreza, la desigualdad y la marginación, la corrupción y la impunidad, el combate a la inseguridad; y cómo elevar la calidad de la educación y del sistema de salud, rubros, todos ellos, en los que los políticos opositores subrayan la ineficacia y el desastre en la actual administración federal.
En ese marco, una gran amenaza que pende en el ambiente político es que se puedan “desatar los demonios” y emerja un escenario de choque de los grupos políticos y la sociedad civil. En ese plano, vale citar que en el “Informe País 2020. El Curso de la Democracia en México”, elaborado por el INEGI y expertos de la UNAM, en coordinación con el INE y el PNUD (octubre de 2022), el 77% de los mexicanos se dijo estar desilusionado de los políticos en México, debido a que
éstos no defienden el interés de los ciudadanos, sino el de un grupo, partido o beneficio particular.
Incluso, más del 50% considera que su voz tiene poca importancia en la toma de decisiones públicas. Ese mismo porcentaje considera que los partidos “no sirven para nada”. De mantenerse esa percepción, el país en vez de estarse preparando para una elección traducida en una fiesta cívica, todo indica que el actual panorama político, económico y social perfila un entorno de creciente incertidumbre y, en el extremo, de miedo.
En este contexto, está visto que a la sociedad civil no nos queda otro camino que desatar procesos de solución sobre los principales problemas nacionales y sus diversas aristas, teniendo como eje un debate en el que el convite a los distintos actores sociales y políticos sea sentarse de manera civilizada para compartir sus propuestas. Deben colocarse sobre la mesa propuestas alternativas y mecanismos de colaboración de manera plural con el fin único de sentar las bases para atender los pendientes más apremiantes de la agenda pública, que se distinga por ser resultado de una auténtica vocación dialogante e integradora dirigida a compensar desequilibrios y generar círculos virtuosos que redunden en el bienestar general.
Lo anterior es una prioridad, dado que en el momento que vivimos nadie puede erigirse como el mesías y que solo con su grupo, aunque sea mayoritario, trate de dar una solución a modo de los problemas públicos, pues la realidad ha demostrado que la transformación del país se hace descansar en la decisión de una sola persona que concentra todas las facultades, cuando lo que se necesita es un Gobierno de la República solidario, un gobierno que recupere la estabilidad política, económica y la paz social. Para ello, los políticos necesitan desprenderse de todo interés personal e ideológico.
En virtud de lo anterior, los ciudadanos necesitamos crear las condiciones de diálogo y consenso en el que nadie se quede atrás, sobre todo en un país cuyo mosaico característico es el de la existencia de muchos México, por lo que es un apremio contar con visión y altura de miras para saber escuchar y recoger toda propuesta, incluidas las que surjan del gobierno, pues se debe considerar que el poder depositado en el gobierno debe auspiciar empatías y ser facilitador de mecanismos para el impulso de sociedades con carácter incluyente, integradoras e innovadoras.
Además, debemos tomar conciencia de que somos un país rico no sólo material, sino de una gran riqueza espiritual, solidaria y colaborativa, que frente a las adversidades hemos sacamos lo mejor de nosotros para que a todos nos vaya bien. Por ello es indispensable contener el proceso regresivo por la vía de la participación social en sus diversas expresiones, priorizando el carácter deliberativo y de coadyuvancia con el gobierno, como vía para impulsar el debate social, que sirva como tamiz por el que debe pasar toda transformación del régimen político, por lo que los Poderes de la Unión deben cumplir con eficiencia su función sin estar atados a los caprichos de ningún otro.
Foto de Reuters
En esa perspectiva, tenemos que disputar el espacio público para que el tema central sean los ciudadanos y el futuro del país, y cerrarle el paso a la polarización y a las falsas promesas, atendiendo que toda política pública debe estar encaminada a satisfacer el bien común o interés social. Esta debe ser la respuesta de la sociedad civil a una situación de la realidad social, que no puede provenir solo de la esfera gubernamental, sino del consenso social y de todos los entes del Estado, como requisito para que las políticas públicas puedan cumplir de la mejor manera con su objetivo y que, mediante la evaluación permanente, puedan perfeccionarse para atender de manera más eficiente las necesidades y problemas sociales más acuciantes y que sirvan para contrastar sus resultados y el grado de consecución de sus objetivos.
En suma, la actual coyuntura, exige diálogo, integración y convivencia nacional entre mayorías y minorías, teniendo como eje rector la concordia democrática con el objetivo de aportar elementos para que el debate político y social, con miras a las próximas elecciones presidenciales, tenga lugar en un ambiente de fiesta cívica donde podamos convivir distintas miradas y resaltar los puntos de coincidencias para empezar reconstruir a nuestro país.