
No se trata
solo de migrantes: se trata de nuestra humanidad
Mensaje de los obispos mexicanos con motivo del acuerdo entre México y los Estados Unidos en materia arancelaria y política migratoria
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Zacatecas, ejemplo del desborde de precariedad, despojo y violencia
Jorge Vázquez Valdez
Universidad Autónoma de Zacatecas
El Zacatecas de hoy presenta una situación de desarrollo y estabilidad social comprometidos en razón de problemáticas sistémicas y emergentes que, en el marco de las políticas neoliberales de las últimas décadas, se han acentuado en la entidad. La vulnerabilidad social y la inseguridad pública asociada a las actividades de grandes grupos criminales dedicados al trasiego de estupefacientes y otros delitos que maximizan sus ganancias no sólo corren en paralelo, sino que se potencian entre sí con efectos negativos para la población, principalmente.
Desde hace cuatro décadas, el modelo neoliberal se implementó en México bajo los postulados del partido político que fue hegemónico durante ese periodo y Zacatecas se alineó mediante sus gobiernos estatales a esa dinámica. El resultado fue la generación de una extensa masa social atada a una condición de carencias elementales, como son la seguridad laboral, alimentaria, educativa o en materia de salud. Dicha situación supuró una necesidad a gran escala que cuarteó las posibilidades más básicas de desarrollo para miles de personas, pero también potenció otros fenómenos, como el de un mayor flujo migratorio obligado hacia el vecino país del norte.
Considérese que para 2013 la entidad ya tenía el mote de ser un “estado binacional”, en razón de contar con alrededor de un millón 800 mil zacatecanos en Estados Unidos, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (Redacción, La Jornada Zacatecas, 2013); para 2016 figuraba como el estado con mayor intensidad migratoria, según reportó el Anuario de Migración y Remesas de ese periodo (Castro, 2016), y para 2020, según el Consejo Nacional de Población (Conapo), siguió el aumento de migrantes de forma notoria en al menos 20 de los casi 60 municipios del estado (Castro, 2021).
En este escenario, un hecho cargado de ironía es que mientras para 2021 la entidad seguía sumida en un nivel de pobreza que superaba la media nacional, con 745 mil 700 personas en esa condición (41.8 por ciento del total de habitantes), al mismo se mantenía como el principal productor de plata y el segundo a nivel nacional, según el propio Inegi (García, 2021).
La minería es un botón de muestra de cómo la lógica de desregulación, privatización y liberalización propias de las dinámicas del libre mercado se han traducido en Zacatecas en un despojo sistemático, pero el modelo se ha ampliado con la venia gubernamental hacia la apropiación de otros bienes naturales y trabajo vivo. Agua, ejidos, flora, fauna y la mano de obra y el trabajo profesional están actualmente abarcados por la misma lógica de apertura de espacios de valorización en el escenario de relocalización del capital que privilegia a empresas transnacionales, en lugar de que dichos potenciales funjan como pivotes de desarrollo para el estado. En ese escenario, el desborde de la inseguridad pública y la violencia complejizan todavía más el desarrollo estatal.
Expansión de la violencia y la inseguridad
La situación de inseguridad pública que actualmente lacera a Zacatecas también se relaciona con causas histórico-estructurales. La Guerra contra el narco declarada de forma unilateral durante la administración del expresidente Felipe Calderón Hinojosa sumió al país en una problemática acentuada, y lo endeble de su estrategia se refleja en estimaciones como las del Centro de Investigación y Desarrollo Económicos (CIDE), el cual reportó que los grandes grupos del narco aumentaron más de 900% en la presidencia de Calderón, mientras la tasa de civiles muertos en refriegas entre autoridades y presuntos delincuentes se elevó en más de 2 mil % (Ángel, 2017). Pese a que Zacatecas no se sumó a las gubernaturas panistas en el periodo 2006-2012 que abarcó la presidencia de Felipe Calderón, sí terminó por alinearse a la política federal de corte punitivo diseñada por él. El contexto en el que ello ocurrió fue el de padecer de manera natural –al igual que la mayoría de los estados de la República Mexicana- el aumento de la presencia de los grandes grupos del narco y el incremento de los delitos, incluidos los de alto impacto.
Zacatecas es una entidad extensa, con casi 60 municipios con muy baja y en algunos lugares inexistente presencia policiaca o militar. En varios casos se ha reportado cómo todos los elementos de algunas de las comandancias de policía municipal han abandonado sus cargos debido al amago criminal y al lánguido apoyo en equipo y capacitación, mientras que en otros casos las policías simplemente han sido cooptadas para contribuir a la concreción de los objetivos de esos grupos criminales.
El elevado número de municipios representa un entramado de responsabilidades que, en ocasiones, los alcaldes buscan evadir al amparo jurisdiccional cuando se presentan hechos delictivos en las inmediaciones de los espacios limítrofes, pero por otro lado, el elevado número de municipios y sus comunidades resultan idóneos para los grupos criminales por las múltiples vías de comunicación que facilitan su desplazamiento. Carreteras que conectan con casi una decena de estados, caminos de terracería y un laberinto de brechas que abarcan desde el semidesierto hasta la sierra facilitan las actividades clandestinas. Además, Zacatecas ha sido por décadas un estado atravesado por la ruta del centro –en lo que a tráfico de estupefacientes se refiere- que nace en el sur del país y llega hasta Ciudad Juárez, y en los últimos años su relevancia en el traslado ilícito ha incrementado. De acuerdo a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Zacatecas es un “nudo comunicacional” para el trasiego de enervantes y armas que conecta la ruta del Pacífico hasta Colima, y la del Golfo, hasta Tampico. (Redacción Milenio, 2020). Este escenario ha convertido en los últimos años a la entidad en una zona en disputa, en especial entre Los Zetas-Talibanes, el Cártel de Sinaloa, el del Golfo y de manera tardía el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Como se refirió líneas arriba, la población es el sector más afectado por la presencia de esos grupos delictivos y la escalada de criminalidad que se les asocia. Ese fenómeno representa una vuelta de tuerca en los impedimentos para que Zacatecas acceda a un desarrollo idóneo, pues a la par de los delitos en torno al tráfico de estupefacientes, dichos grupos han incurrido en otro tipo de ilícitos con el objetivo de incrementar ganancias y posicionarse en la zona en disputa.
Aunque con variaciones de acuerdo al año Zacatecas ha repuntado en los ilícitos considerados de alto impacto. Por ejemplo, para 2017 se ubicó en el primer lugar nacional en secuestros y en 2020 fue el primero en casos de extorsión (Valadez, 2017). En 2022 se ha colocado como el primero en la tasa de mujeres víctimas de homicidio doloso, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) (Montes de Oca, 2022). De acuerdo al propio SESNSP, tan sólo de 2015 a 2020 la violencia tuvo un incremento de 272% en la entidad (Galván, 2021), y su municipio de Fresnillo, uno de los principales lugares en disputa por parte de los grupos criminales, tiene años siendo el número uno a nivel nacional con mayor percepción de inseguridad pública por parte de la ciudadanía.
Un fenómeno de relativa reciente aparición es el éxodo de personas debido a la violencia asociada a los grandes grupos del narco, el cual corresponde a la migración forzada en su modalidad de violencia (Márquez y Delgado, 2011: 22, 23). Uno de los casos zacatecanos con mayor atención por parte de los medios de comunicación y las autoridades fue el suscitado a mediados de 2021 en el municipio de Jerez. Cerca de mil 500 familias procedentes de 14 comunidades tuvieron que huir prácticamente con lo que llevaban puesto hacia la cabecera municipal, donde pidieron resguardo y la ayuda de las autoridades. De acuerdo a las versiones de los pobladores, individuos armados que se ostentaron como miembros de grupos delictivos los amenazaron con desatar la violencia en sus comunidades, pero también hay versiones de que se han registrado secuestros de personas y despojo de bienes en la zona.
En realidad no hay un motivo único que detone el desplazamiento forzado (tanto en Jerez como en otros municipios del país que padecen esa problemática), pues está asociado tanto al amago de los grupos delictivos para ahuyentar a civiles como a las fuertes refriegas con grupos antagónicos y, no menos importante, a los delitos que ejercen en contra de la población. De igual manera, de forma intermitente a lo largo de varios años, se ha reportado la presencia de los grupos delictivos en Jerez, particularmente en la sierra que tiene el municipio. Las propias autoridades han referido periódicamente la localización y destrucción de campamentos de los grupos criminales.
La proporción de desplazados en el municipio de Jerez es sin duda un hecho que no se puede soslayar, pero lo cierto es que el fenómeno de la migración forzada por violencia ha estado presente en la entidad por años, en particular en el marco de la Guerra contra el narco. Un número indeterminado de personas han abandonado sus comunidades en un mutismo asociado al amago de esos grupos criminales o al desinterés o desconocimiento por parte de medios de comunicación y autoridades. Simplemente, miles de personas decidieron abandonar sus lugares de origen y formas de subsistencia de forma expedita por el alto riesgo que corrían.
Los precarios horizontes que se le presentan a Zacatecas para alcanzar un desarrollo proporcional a su potencial humano y recursos naturales no pueden explicarse desde la simplificación de la política punitiva que galvaniza a la Guerra contra el narco. El fenómeno de despojo de la riqueza estatal y vulnerabilidad progresiva de miles de zacatecanos estaba ahí desde antes de la medida calderonista de sacar el ejército a las calles, y un hecho insoslayable es que dicha vulnerabilidad es actualmente un caldo de cultivo idóneo del que los grupos criminales se sirven. Esos dos aspectos, sumados a la falta de rumbo de autoridades o bien a su complicidad voluntaria o forzada con los grupos criminales y con los artífices del despojo indiscriminado, hacen que la problemática sea más compleja y a la vez exija soluciones de fondo.
Bibliografía:
Ángel, Arturo (2017). Grupos criminales crecieron 900% durante la guerra contra el narco de Calderón. En
https://www.animalpolitico.com/2017/02/grupos-criminales-aumentaron-900-la-guerra-narco-calderon/
Castro, Juan (2016). Zacatecas, el estado más migrante del país. En
https://www.elsoldezacatecas.com.mx/local/zacatecas-el-estado-mas-migrante-del-pais-1165166.html
Castro, Juan (2021). Aumenta migración zacatecana a Estados Unidos. En
https://www.elsoldezacatecas.com.mx/local/aumenta-migracion-zacatecana-a-estados-unidos-7482552.html
Galván, Melissa (2021). La violencia en Zacatecas aumenta hasta 272% en cinco años. En https://politica.expansion.mx/estados/2021/07/12/la-violencia-en-zacatecas-aumenta-hasta-272-en-cinco-anos
García, Raúl (2021). Zacatecas se consolida como productor de plata y oro. En
Márquez, Humberto, y Delgado, Raúl (2011), “Una perspectiva del sur sobre capital global, migración forzada y desarrollo alternativo”, en Migración y Desarrollo, vol. 9, Núm. 16, 2011, 3.
Montes de Oca, Claudio (2022). Encabeza Zacatecas asesinatos de mujeres. En
http://ntrzacatecas.com/2022/02/28/encabeza-zacatecas-asesinatos-de-mujeres/
Redacción, La Jornada Zacatecas (2013). Se calcula que un millón 800 mil zacatecanos viven en Estados Unidos: Guadalupe Hernández. En https://ljz.mx/19/12/2013/se-calcula-que-un-millon-800-mil-zacatecanos-viven-en-estados-unidos-guadalupe-hernandez/
Redacción Milenio (2020). Del centro al Golfo: éstas son las rutas de drogas y armas en México. En https://www.milenio.com/politica/rutas-del-narcotrafico-en-mexico-por-trafico-de-drogas
Valadez, Javier (2020). Zacatecas, primer lugar nacional en extorsiones