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1. Perspectivas de la economía mexicana
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Foto de Christine Roy vía Unsplash

Se acerca una tormenta: ¿qué estamos haciendo para prepararnos?

Alexis Rivera Ballesteros

Maestro en economía por la Universidad de California San Diego y economista consultor para el Banco Mundial

 

 

Las señales de una tormenta

Cuando el cielo se empieza a nublar, el viento sopla fuerte y los relámpagos surcan el horizonte, sabemos que se avecina una tormenta.  Cuando percibimos estas señales, automáticamente cambia nuestro comportamiento y buscamos quizá un lugar techado para guarecernos, una sombrilla o un abrigo impermeable.  Dependiendo de la intensidad de estas señales, usando nuestro juicio y aprendizaje de tormentas anteriores, podemos quizá pronosticar un gran diluvio e inundación o simplemente una lluvia pasajera.  Pero también es posible que nos equivoquemos con la intensidad y terminamos sorprendiéndonos con una intensidad de tormenta diferente a la que pronosticamos.  Incluso, los meteorólogos, haciendo uso de instrumentos de medición precisos, establecen sus pronósticos bajo un esquema de probabilidades porque es muy difícil pronosticar una tormenta y su intensidad con tanta exactitud.

 

De la misma manera, los economistas nos encontramos a menudo con señales que nos alertan de una tormenta económica.  Aunque algunas veces no sucede lo que los economistas pronosticamos, existe la probabilidad de que ocurran.  Entonces, así como podemos vaticinar una fuerte tormenta basándonos en la relación que hay entre cielos nublados y diluvios, también es posible pronosticar posibles tormentas de carácter económico.  Y de la misma forma, si no estamos lo suficientemente preparados para esta tormenta, la lluvia que comienza por salpicarnos puede terminar por empaparnos o hasta causarnos daños.  Justo en estos momentos, economistas de todo el mundo están observando cada vez más señales que aumentan la probabilidad de que una gran tormenta global suceda.

 

En mayo de 2022, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, declaró en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos que el 2022 sería un año difícil para la economía global y que, si las condiciones adversas continúan, una recesión global sería posible. Durante esa reunión, se discutió la posibilidad de que una recesión estuviera cerca y aunque no hubo total consenso, algunos participantes como la CEO de Citigroup están seguros de que existe la posibilidad de que ocurra.  Por otra parte, el indicador adelantado compuesto que publica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y predice puntos de inflexión en los ciclos económicos, mostró en su más reciente publicación de junio que el auge económico que se vivió después de la pandemia se terminó y ahora proyecta una perspectiva a la baja.  Casi al mismo tiempo, el reporte de «Perspectivas económicas mundiales» del Banco Mundial, advierte que las elevadas tasas de inflación y un débil crecimiento económico que se han vivido en los últimos meses en todo el mundo se asemejan al preludio del periodo de estanflación que se vivió en los años setenta.  A diferencia de una recesión que define un período de contracción económica, la estanflación es el término usado para cuando una economía experimenta alta inflación, bajo crecimiento económico y una alta tasa de desempleo.  Durante la década de los setenta, México y Estados Unidos vivieron una tasa de inflación por arriba de los dos dígitos, tasas de crecimiento económico bajas y tasas de desempleo superiores al promedio de décadas anteriores. 

 

Estas estimaciones y pronósticos nos dibujan un panorama difícil para este 2022, pero podrían complicarse aún más en los años venideros.  La Reserva Federal de Estados Unidos (mejor conocida como Fed) ya anunció que hay un 75% de probabilidad de que la economía más grande del mundo caiga en una recesión dentro de los siguientes dos años. Con los múltiples eventos que han dañado la economía global desde 2020, este anuncio de una recesión que incluso tenga un alcance global no parece algo descabellado.  Con el impacto inmediato del brote de la pandemia, seguido por los bloqueos a las cadenas de suministro, los aumentos de precio de los energéticos, el confrontamiento entre Rusia y Ucrania, y los estrictos confinamientos, la economía global no se ha podido recuperar.  En junio de 2022, el reporte de la situación y prospectos económicos de las Naciones Unidas estima que la inflación anualizada en el mundo alcance el 6.7%, mientras que el Fondo Monetario Internacional pronostica un débil crecimiento del PIB mundial del 2.9%, insuficiente para contrarrestar la fuerte caída que la economía global sufrió en 2020 derivado de la pandemia (ver gráfica 1).  Una alta inflación y un bajo crecimiento económico son una mala combinación que desincentiva la inversión, la cual es ingrediente fundamental para crear empleos.  Entonces, de continuar esta tendencia, la tasa de desempleo podría llegar a niveles desestabilizadores.  Tan sólo en 2020 y 2021, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reportó las tasas globales de desempleo más altas desde que se tiene registro (6.6% y 6.2%, respectivamente), y aunque se pronostica una ligera recuperación en 2022, será una tasa más alta que a la de años previos a la pandemia.

 

Gráfica 1. Tasas globales de crecimiento del PIB, inflación de productos de consumo y tasa de desempleo.

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En nuestro continente, algunas de las principales economías comenzaron este 2022 con mayor exposición al riesgo que otras, con tasas de crecimiento bajas e inflación alta.  Tomando los datos publicados por el FMI y el Banco Mundial para 2021, las dos economías más grandes de América Latina (Brasil y México) alcanzaron unas de las tasas de inflación más altas y de crecimiento más bajas de la región (ver gráfica 2).  En cambio, países como Panamá y Costa Rica tuvieron en 2021 unas de las tasas de crecimiento más altas manteniendo una baja inflación.  No obstante, 2022 se ha vuelto más complicado para estos dos últimos.  Por ejemplo, la inflación de Costa Rica ha mantenido su tendencia al alza y podría llegar a duplicar su valor de 2021.  También es muy factible que Panamá termine 2022 con una inflación más alta que en el año previo.  Por su parte, México ha estado incrementando su tasa de interés de referencia continuamente, pasando de un 4% en febrero de 2021 a 7.75% en junio de 2022.  Pero de acuerdo con especialistas consultados por Bank of America, la tasa de interés en México podría llegar por arriba del 9% hacia finales de año, una tasa no vista por más de 20 años.

 

Gráfica 2. Tasas anuales de crecimiento del PIB e inflación de precios al consumidor en principales economías del continente americano en 2021.

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Parece que va a llover, el cielo se está nublando

En los últimos meses, escuchamos con más frecuencia titulares de medios de comunicación alertando sobre tasas récord de inflación y la incapacidad de los países para poder controlarla.  Este acelerado aumento de la inflación tuvo su origen principalmente por tres sucesos: el primero, la rápida recuperación de la economía después del fin de los confinamientos que conllevó a un aumento acelerado del gasto de los hogares en prácticamente todo el mundo; segundo, por las complicaciones logísticas que rompieron la armonía de las cadenas globales de suministro y que provocaron el encarecimiento del costo de transporte de bienes de capital y de consumo; y en tercer lugar, el conflicto entre Rusia y Ucrania que ha elevado el precio de los combustibles y otros commodities generando una espiral de aumento de precios en muchos productos.  Este último suceso tuvo un efecto multiplicador en el encarecimiento de alimentos, tal como lo documenté en marzo de este año en un número anterior de Brújula Ciudadana, el cual tiene un efecto devastador en los más pobres.  Lamentablemente, una alta inflación limita la cantidad y calidad de alimentos a los cuales los más pobres tienen acceso.

Para frenar este aumento de precios y así detener el aumento del hambre y la pobreza, los bancos centrales hacen uso de su principal herramienta para combatir la inflación: subir las tasas de interés.  Al hacer esto, los bancos centrales esperan desincentivar el deseo de las familias a gastar y así reducir la circulación de dinero en la economía.  Por tal motivo, también escuchamos frecuentes titulares de noticias alertando sobre los continuos aumentos de tasas de interés que llegan a máximos históricos.  Por ejemplo, el 15 de junio de 2022, Estados Unidos decidió aumentar la tasa de interés a un nivel no visto desde hace 28 años.  De igual forma, Canadá ha establecido la tasa más alta en 31 años, tal como lo han hecho varios países de Europa.

 

Desafortunadamente, subir las tasas de interés de forma acelerada puede ser también sumamente peligroso.  Cuando suben las tasas de interés no sólo se eleva el costo de los préstamos, sino también hace que las deudas existentes se hagan más grandes o impagables.  Cuando sucede esto, todos gastamos menos, y, por lo tanto, los negocios pierden ventas y algunos negocios hasta terminan por caer en bancarrota.  Al mismo tiempo, quienes tienen deudas con tasas de interés variable, puede ser que no logren cubrir sus créditos ahora más grandes y dejen de pagarlos.  Países con deudas gigantes ven cada vez más difícil solventarlas e incluso otros ya ni siquiera pueden tener acceso a créditos para impulsar su desarrollo.  Entonces instituciones financieras empiezan a sufrir de falta de liquidez y la banca mundial comienza a debilitarse, provocando una caída del sistema financiero global.  Por este motivo es que los anuncios de aumentos acelerados de las tasas de interés hacen que los mercados financieros reaccionen y enciendan alertas.

 

Por fortuna, mientras más señales observemos y comprendamos lo que pueda ocurrir, podremos prepararnos mejor para los tiempos difíciles.  Así como un cielo nublado que tarda en descargar sus primeras gotas de lluvia nos da tiempo de ir por nuestro paraguas, también nuestros gobernantes y todos nosotros podemos comenzar a diseñar estrategias de mitigación del riesgo para un posible futuro económico inestable.  En las últimas dos décadas, eventos históricos como la crisis financiera del 2008 o el surgimiento de la pandemia en 2020, nos han enseñado que los shocks económicos que suceden rápidamente son los que más daño le hacen a la economía.  Si aprendemos a detectar las señales adecuadas y actuamos con rapidez, podremos mitigar los golpes de los tiempos difíciles.

 

Medidas para protegernos de la tormenta

No todas las recesiones son iguales ni tienen la misma intensidad.  Tampoco impactan de la misma manera a todos los países ni tienen el mismo efecto en todos los sectores de la población.  A lo largo de nuestras vidas hemos sido testigos de diferentes crisis, recesiones y tiempos difíciles para la economía global.  El evento más reciente que impactó nuestra economía, la pandemia iniciada en 2020, nos dio una lección clara sobre la fragilidad de nuestra economía y que un día podemos perder nuestro trabajo, ventas o clientes y quedarnos sin ingresos para mantener nuestros estilos de vida.  También aprendimos sobre la complejidad e importancia del comercio internacional pero también de la necesidad de contar con algunos recursos propios para sortear periodos de escasez o de confinamiento.  Sin embargo, la lección más importante fue sin duda que nuestra salud y nuestros seres queridos son pieza intrínseca de nuestro bienestar y que sin estos dos pilares es más difícil enfrentar cualquier situación adversa. 

Pero no sólo la crisis derivada de la pandemia nos ha dejado enseñanzas.  Crisis anteriores como la crisis financiera del 2008 también nos enseñó sobre la fragilidad del sistema financiero y de las burbujas especulativas que se generan en los mercados mal regulados; a algunos los hizo más precavidos y a otros más arriesgados y con un olfato más afinado para saber aprovechar ciertas oportunidades.  Gracias a estas experiencias, los gobiernos, así como diversas instituciones públicas y privadas, han aprendido a detectar este tipo de señales para comenzar a tomar ciertas medidas.  La directora del FMI ha compartido algunas de las medidas que los bancos centrales deben tomar ante momentos como este: en primer lugar, deben mantener una comunicación clara para construir expectativas sólidas para consumidores e inversionistas; en segundo lugar, monitorear de cerca la economía y poderse ajustar rápidamente a las circunstancias; tercero, trabajar juntamente con el gobierno para diseñar las políticas correctas; y finalmente, prestar atención a los más vulnerables, porque a mayor vulnerabilidad de las personas, mayor será la vulnerabilidad de la economía. 

Independientemente de cómo decidan actuar nuestros gobernantes o el banco central de nuestros países, nosotros también podemos tomar ciertas acciones para enfrentarnos más preparados ante una recesión.  Por ejemplo, el Washington Post enlista una serie de recomendaciones que podrían ser útiles entre las que destacan: deshacernos de las deudas de nuestras tarjetas de crédito, aumentar nuestros ahorros, crear un fondo de emergencia, y conseguir un trabajo o negocio extra para diversificar nuestros ingresos.  También el portal de noticias El Economista, enlista otras acciones como reducir los gastos innecesarios, tomar decisiones de inversión con la cabeza fría y planificar nuestro presupuesto.  Con una simple búsqueda en internet, se pueden encontrar un sinfín de recomendaciones, pero todas apuntan a que debe reinar un ambiente de cautela y de preparar planes de contingencia.  Por supuesto, también existe la probabilidad de que ninguna recesión o shock económico global ocurra en el corto plazo.  Sin embargo, si no nos preparamos, será como ignorar un cielo que se llena de nubes y relámpagos: podríamos terminar empapados o peor aún, pidiendo ayuda para no terminar ahogados.

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