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1. El rumbo económico en México y la relación bilateral con Estados Unido
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¿Por qué complicar deliberadamente la relación con Estados Unidos?

 
Carlos Heredia Zubieta

Profesor asociado en el @CIDE_MX

 

 

Un comentario frecuente de políticos, diplomáticos y analistas en México y en Estados Unidos es que la relación bilateral entre ambos se ha desinstitucionalizado.

Durante la presidencia de Donald Trump (20 de enero de 2017-20 de enero de 2021) esto llegó a un extremo, pues el entonces inquilino de la Casa Blanca desplazó al Departamento de Estado como eje de la relación, y se guio más por sus filias y fobias personales, que por una estrategia definida por los conocedores. Las designaciones de diplomáticos y su ratificación en el Senado se demoraron más que de costumbre, y el presidente hacía anuncios sobre las relaciones de Washington con el mundo, de los cuales sus colaboradores se enteraban a través de los medios de comunicación.

La Constitución mexicana otorga a una sola persona, el titular del Ejecutivo, la conducción de la política exterior. El Senado de la República es responsable de vigilar el apego a la Constitución en su instrumentación, pero no decide sobre su curso. De manera concomitante, ocurrió también en México el debilitamiento de los principios y de las instituciones vinculadas a la política exterior. 

A partir del 1 de diciembre de 2018, tuvimos que asimilar el hecho de que la conducción de la política exterior mexicana estaría mucho más en función de decisiones tomadas sin contexto alguno en Palacio Nacional, que en Plaza Juárez, la sede de la Cancillería mexicana.  Se volvió muy frecuente que decisiones como designaciones diplomáticas clave, discursos en el Consejo de Seguridad de la ONU, o la exigencia a gobiernos extranjeros de que ofrecieran disculpas a México, no fuesen siquiera consultados con la cancillería. 

Se perdió cualquier indicio de planeación de la política exterior, o del aprovechamiento de la extraordinariamente rica experiencia de la diplomacia mexicna en negociaciones y acuerdos sobre temas fronterizos, comerciales, de energía y medio ambiente, o de derechos laborales, entre otros muchos.  

Acuerdos de fondo, ¿desencuentros en la forma?

A partir de la elección de Joseph Biden como el presidente número 46 de Estados Unidos, el 3 de noviembre de 2020, se han producido diferendos de distinto tipo en diversos ámbitos de la relación bilateral. Aun cuando discursivamente el Secretario de Estado, Anthony Blinken, describiera a la relación bilateral como estratégica (1), los desencuentros de forma se han multiplicado.  Los presento en forma de preguntas:

  1. ¿Por qué un gobierno en México que se dice progresista e incluso es visto por otros como de izquierda, ha estado más cerca de Donald Trump -que ha insultado sin descanso a los mexicanos- que del gobierno de Biden, más próximo a su pensamiento?
     

  2. ¿Por qué se anunció que se daría un trato humanitario a los migrantes centroamericanos en tránsito por México, para luego convertirnos en el muro y en la policía migratoria de Washington?  ¿Por qué se exige hacia el norte la aprobación de una reforma migratoria, mientras hacia el sur aplicamos una política migratoria militarizada que multiplica los riesgos contra los migrantes centroamericanos? (2)
     

  3. ¿Por qué México tuvo tanta prisa en la ratificación del T-MEC, para luego comportarnos como si fuera optativo su cumplimiento en materia energética?
     

  4. ¿Por qué el presidente de México deja de asistir a la Cumbre de las Américas cuando el anfitrión es nuestro vecino, aliado estratégico y socio comercial? 
     

Históricamente, los presidentes de México han buscado ubicar a las relaciones con Estados Unidos en un terreno medio.  Con Trump, AMLO toleró expresiones que otros mexicanos juzgaron inaceptables, a cambio de que su homólogo del norte no se inmiscuyera en temas de democracia y derechos humanos en México. En rotundo contraste, con Biden, legisladores y empresarios estadounidenses señalan lo que ven como incumplimientos del gobierno de México a lo pactado en el T-MEC, lo que AMLO considera inaceptable, sobre todo porque se acercan las elecciones presidenciales mexicanas de 2024 y no querrá que ninguna voz extranjera opine. 

AMLO no va a estirar la cuerda para poner en riesgo la relación bilateral de fondo, pero utiliza temas de forma como su participación o no en la Cumbre de las Américas para equilibrar posiciones a los ojos de sus seguidores.

Nadie mejor que los exembajadores de ambos países para explicar acuerdos y desacuerdos, concordancias y discrepancias. En diciembre de 2021 el Instituto de México del Centro Woodrow Wilson de Washington, DC y la Fundación México-Estados Unidos (USMF por sus siglas en inglés) invitaron a una docena de exembajadores, a los enviados actuales, a líderes de negocios y a otros invitados, a Tequila, Jalisco, a participar en el ejercicio denominado Convocation 2.0 para ‘discutir las áreas de oportunidad en la relación bilateral’, incluyendo: i) Alineación estratégica de las economías de América del Norte; ii) Movilidad laboral y desarrollo de la fuerza de trabajo; iii) Seguridad pública; y  iv) El poder suave (3).

De la migración a la movilidad laboral

Me detengo especialmente en el segundo tópico, que es como una extensión de la migración. Aun cuando la columna vertebral de la relación bilateral sean los temas económicos y de seguridad, la verdad es que mediáticamente la migración es con mucho el de mayor impacto y visibilidad. Cada vez que hay elecciones federales en Estados Unidos (es decir, en noviembre cada dos años), la ruta hacia los comicios está plagada de noticias falsas, alarmas apocalípticas, y señalamientos de que hay una ‘invasión’ de personas morenas, católicas y de habla española, que supuestamente representan una amenaza a la seguridad nacional estadounidense.

Es cierto que han aumentado los flujos y especialmente la migración mexicana sin papeles, pero la estridencia mediática no tiene nada que ver con lo que ocurre en el terreno. Sembrar el miedo a la migración sigue siendo en Estados Unidos un resorte psicológico, una herramienta que funciona entre el electorado más desinformado.

La gran paradoja es que los gobiernos de Mesoamérica (México, Guatemala, El Salvador y Honduras) no tienen interés en defender a sus compatriotas. Las élites económicas y políticas controlan el sistema financiero local y hacen enormes negocios con exportar brazos y luego reciclar las remesas que los migrantes envían a sus comunidades de origen. Así que el interés por detener la migración viene de Estados Unidos, y esta es una tarea imposible de realizar. Como lo hemos escrito en muchas ocasiones, los flujos migratorios podrán gestionarse o administrarse temporalmente, pero nunca detenerse de manera permanente.  Es imposible parar el éxodo desde territorios donde las personas literalmente huyen para salvar su vida.  La única manera sería abordar y resolver las causas de raíz de la migración; sin embargo, ese objetivo sirve para los discursos, pero una vez más ha sido postergado tanto por el gobierno del señor Biden como por los gobiernos respectivos en Centroamérica y México.

Durante la pandemia, los trabajadores migratorios mexicanos y centroamericanos que laboran en la agricultura, la construcción y el cuidado de la salud fueron calificados de ‘trabajadores esenciales’, es decir, imprescindibles, e insustituibles.  Lamentablemente, esa designación no se vio sucedida por la instrumentación de una ruta de estabilidad laboral, donde los trabajadores puedan ir y venir de sus comunidades en Centroamérica y México a sus fuentes de trabajo en Estados Unidos de manera regulada, conservando su residencia permanente en sus lugares de origen. 

En mayo de 2022 hay dos temas que definen la dimensión de los flujos migratorios hacia Estados Unidos y su impacto regional: a) El Título 42 de la Ley de Salud estadounidense, utilizado para prohibir la entrada a extranjeros a territorio estadounidense supuestamente por motivos sanitarios y b) El Programa Quédate en México, que usa a México como sala de espera de solicitantes de asilo que han iniciado en una corte estadounidense su trámite y esperan la resolución en territorio mexicano.  El gobierno de Biden ha decidido poner fin a ambos, pero se han interpuesto diversos recursos jurídicos en los tribunales, que obligan al ejecutivo estadounidense a prolongar la vida de programas heredados de la era Trump. De ahí la importancia de abordar el tema de la movilidad laboral a futuro.   

Recomendaciones para la construcción de un futuro común

Las recomendaciones de los exembajadores tienen un antecedente muy cercano en el magnífico Informe ‘Una frontera común, un futuro común’(4), también encaminado a la capacitación laboral, y la certificación de conocimientos y habilidades para desempeñarse en un oficio o profesión.  Contrariamente a la afirmación de que con el avance tecnológico se necesitarán sólo profesionistas con posgrado, las recomendaciones están dirigidas al segmento de bachillerato técnico, que no tiene un título de licenciatura, pero otorga una formación en oficios de elevada demanda como electrónica, soldadura industrial o mecánica automotriz computarizada.

Por otra parte, es creciente la presencia de profesionistas estadounidenses que durante la pandemia se mudaron a México para realizar su trabajo desde plataformas virtuales y disfrutar la hospitalidad, la gastronomía y la cultura mexicana (5). Otros temas que favorecen una mayor integración son la portabilidad de seguros médicos y el reconocimiento mutuo de grados académicos y títulos profesionales, que son esenciales para la movilidad laboral.

En resumen: el futuro de cada uno de los tres países, México, Estados Unidos y Canadá, está vinculado al futuro de sus vecinos en temas económicos, políticos y de seguridad. La novedad es que los exembajadores estadounidenses y mexicanos acertadamente agregan la dimensión de la movilidad laboral con los países del norte de Centroamérica. Aquí no caben ni los apoyos a tiranos, ni los chantajes personales. Los grandes desafíos compartidos exigen a los presidentes y líderes transitar de los impulsos personales al interés nacional, y de las filias y fobias particulares a la construcción del futuro compartido por todos y para todos.  

 

 

Referencias

(1) The United States and Mexico: Strategic Partners and Neighbors, 25 de febrero de 2021.

https://www.state.gov/the-united-states-and-mexico-strategic-partners-and-neighbors/ 

(2) Bajo la bota: Informe que evidencia los devastadores efectos de la militarización de la política migratoria, Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho, 24 demayo de 2022, https://twitter.com/FJEDD/status/1529181755135123457/photo/1

(3)  Convocation 2.0: the Report, marzo de 2022,  https://www.wilsoncenter.org/sites/default/files/media/uploads/documents/Convocation%202.0%20Report.pdf 

(4) Una frontera común, un futuro común – Una propuesta para la regulación de la movilidad laboral entre Estados Unidos y México, Center for Global Development, Carlos Gutiérrez y Ernesto Zedillo, copresidentes del Grupo de Trabajo; Michael A. Clemens, autor principal, 2016. https://www.cgdev.org/sites/default/files/CGD-shared-border-shared-future-report-es.pdf 

(5) La Condesa Speaks English, Elena Reina, EL PAÍS, 4 de marzo 2022, https://elpais.com/mexico/2022-03-05/la-condesa-speaks-english.html 

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