top of page
Balance por regiones de la estrategia de vacunación contra Covid-19 en México
127
PRESENTACIÓN

 

Elio Villaseñor Gómez

Director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultura del Diálogo A.C.

Transcurrido ya un año de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al SARS-COV-2 como pandemia, los países en el mundo aún padecen no sólo las consecuencias de salud derivadas de ello, sino también los estragos en sus economías, como resultado de las medidas de un prolongado confinamiento y de las restricciones de movilidad que ello conlleva.

Si bien el año 2020 fue uno de los periodos más difíciles para la economía mundial y para la mexicana, todo apunta a la persistencia de riesgos potenciales de un repunte de contagios y decesos por la presencia de variantes más agresivas del virus, cuyas secuelas podrían registrarse en este año y repercutir, como hasta ahora, en la dinámica de la economía global.

Si bien el año 2020 fue uno de los periodos más difíciles para la economía mundial y para la mexicana, todo apunta a la persistencia de riesgos potenciales de un repunte de contagios y decesos por la presencia de variantes más agresivas del virus, cuyas secuelas podrían registrarse en este año y repercutir, como hasta ahora, en la dinámica de la economía global.

Ante ello, los gobiernos desarrollados y emergentes, así como organismos multilaterales, trabajan sobre proyectos y escenarios post-pandemia desde distintos enfoques, con el propósito de contar con alternativas de recuperación económica para los gobiernos y sus poblaciones, pues existe una presión económica y social para reanudar las actividades productivas lo antes posible. Sin embargo, subsiste también el convencimiento de que una reapertura demasiado temprana puede causar otro cierre más prolongado, con las consecuencias ya conocidas.

Es sabido que la propagación y la letalidad del virus del COVID-19 han significado un gran golpe a la economía mundial, con graves repercusiones en las cadenas de suministro conectadas en todo el planeta, por lo que para los gobiernos de varios países urge que sus cadenas productivas reanuden su dinámica, que las personas retomen sus trabajos y ocupaciones sociales, y que las actividades económicas se reanuden después de un largo periodo de letargo social y económico obligado.

No obstante, tanto gobiernos como sociedades no pueden perder de vista que las decisiones que hoy se tomen, se deberán sustentar y reforzar en el largo plazo. De ahí la importancia de planear e implementar estrategias y políticas públicas, que permitan reiniciar con plena certidumbre el camino hacia la recuperación económica. Ciertamente, no será una tarea sencilla, puesto que no hay aún una manera precisa de prever lo que sucederá, pero es posible tener una idea de los posibles escenarios a los que podrá enfrentarse el mundo en el futuro inmediato.

En ese plano, si bien México no se encuentra ya en emergencia sanitaria, sí transita por la etapa de contención y mitigación de la pandemia que aún no permite aproximarse a una nueva normalidad. Prueba de ello, es el hecho de que el país no logra superar la fase de los semáforos epidemiológicos en colores naranja y rojo, que indican riesgos de contagio potencial. Esto aún implica un largo camino para que el gobierno y la sociedad atisben un primer escenario, en donde se perfile una mejoría cualitativa y positiva sobre la recuperación económica y social.

En ese plano, al tener conocimiento de la historia de las pandemias y los impactos económicos que suelen desprenderse de ellas, se puede anticipar que los efectos que provoca la del COVID-19 se podría extender más allá de los pronósticos que los gobiernos en el mundo ponderan. En efecto, las enfermedades infecciosas suelen generar efectos perniciosos y persistentes en la productividad, al igual que secuelas en la salud de las personas, factores que ineludiblemente impactan en la evolución de las economías.

El elemento clave en todo ello será la velocidad de inoculación de la población, en el ánimo de alcanzar la “inmunidad de rebaño” que, en el plano internacional, avanza de manera desigual, con excepciones apreciables. De acuerdo con Our World in Data, al 21 de marzo Israel logró vacunar a toda su población. Le sigue Emiratos Árabes Unidos, que ha logrado vacunar a 70.56% de su población. Los Estados Unidos, con un 34.6% de los estadunidenses vacunados, que representa un avance en línea con lo proyectado por el gobierno de Joe Biden y que, en función de ello, la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) estime un rebote de su economía de 6.5 por ciento para el presente año, desde un 4.2 por ciento previsto en diciembre. Igualmente, destaca Chile, que con una población de 19 millones, ha inoculado al 42.46% de su población contra el COVID-19.

Para el caso de México, es altamente improbable que las vacunas que ya se están aplicando vayan a ser la panacea para las consecuencias económicas de la pandemia, que aún se resienten hoy en día. A ello, se suman las dificultades logísticas que están imposibilitando la velocidad de la aplicación de las dosis del biológico al sector más vulnerable de la población, o al más esencial. Aunado a lo anterior, se suman las dificultades de abastecimiento que están teniendo las farmacéuticas para proveer las cantidades necesarias, a fin de alcanzar la vacunación masiva.

Con ese marco, los mexicanos no podremos retomar las riendas de la producción y la nueva normalidad por completo, sino hasta que sean vacunadas entre 70 y 80 millones de personas, según lo han estimado el Secretario de Hacienda y el Gobernador del Banco de México, para quienes es claro que la vacuna será lo mejor para la salud, pero también para la actividad económica. Sin embargo, en un escenario muy optimista, ese objetivo de vacunación se alcanzaría hasta el año 2022.

La actual crisis económica deriva de una crisis sanitaria, y no como en crisis pasadas, surgidas de debilidades estructurales a nivel internacional, que acabaron por hacer estallar a las economías domésticas. Por tanto, los pronósticos para este 2021 apuntan a que la vacunación masiva supondrá una pronta reanudación de las actividades productivas y que será un año, en teoría, de crecimiento económico, aunque escalonado para las economías emergentes como la de México.

El escenario para el país, de acuerdo con las previsiones de las autoridades hacendarias y monetarias mexicanas, así como de los agentes del mercado y de distintos organismos multilaterales, es que México podría crecer a un ritmo acelerado, de un de 4.5%-5.0% en promedio. Sin embargo, ello no implicará que el país recupere el nivel previo a la pandemia, pues el rebote sería inferior a la caída de 8.4% registrado al cierre de 2020.

En ese tenor, la enorme incertidumbre que aún prevalece en el ambiente, por una eventual aceleración de la pandemia en el planeta, dificulta adelantar escenarios acertados para este año, lo que significa que a nivel global y local, la recuperación se irá dando gradualmente y según las posibilidades de los gobiernos y sus diversos sectores económicos.

El anterior escenario se ajusta a la realidad económica actual de México, pues el gobierno federal ha sido renuente a ofrecer un soporte fiscal para hacer frente a la crisis del COVID-19, lo cual causa una débil recuperación económica. No se puede soslayar el hecho de que tanto el Banco Mundial, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), han alertado desde hace meses que los países que no ampliaron su gasto para paliar los efectos de la crisis del COVID-19, o lo hicieron a cuentagotas, serán los que tengan una mejoría más lenta.

En lo inmediato, si bien para el mundo se perfilan buenas noticias sobre un restablecimiento económico, en México a la fecha no se afianza del todo una expectativa tan sólida para este año, pues la actual Administración federal ha hecho oídos sordos de las recomendaciones de ampliar el déficit público, con el fin de apoyar a las empresas. Ante ello, se plantea la interrogante de si el tiempo y la evolución de la economía confirmarán al gobierno federal que la excesiva mesura presupuestal y la ausencia de una estrategia de apoyo a empresas y población, como se dio en otras naciones, coadyuvaron o no a remontar más rápido el bache económico.

En ese contexto, para que la economía de México crezca y consolide un PIB promedio equivalente en nivel y fuerza al de las economías desarrolladas, se deberá impulsar una política fiscal contracíclica, acompañada de un mayor y eficiente gasto público, orientado a la inversión en infraestructura de corto plazo. Así como incentivar el empleo formal, mejorar las expectativas económicas y de salud y, sobre todo, garantizar la vacunación universal con apoyo en una base de datos confiable y de acceso inmediato que, combinada con una logística a gran escala para su aplicación, permita la disponibilidad de las 210 millones de dosis de vacunas contratadas a la fecha (35.0 millones de CanSino, 34.4 de Pfizer Biontech, 77.4 de AstraZeneca, 51.5 del mecanismo Covax y 12 millones de la Sputnik-V).

La realidad y las variaciones políticas y económicas que puedan registrase en el país, obligan a trazar un escenario medianamente optimista, con la salvedad de que no se deberán descartar otros escenarios posibles.

El refuerzo de la logística y la celeridad de la vacunación contra el SARS-COV-2, debe considerarse como una tarea urgente y prioritaria para la salud de los mexicanos, un elemento clave para la reactivación plena de las actividades productivas y, por ende, del crecimiento de la economía del país. Adicionalmente, ello requerirá fortalecer los mercados locales y regionales, así como a las cerca de 4.2 millones micro, pequeñas, y medianas empresas (Mipymes), que son la columna vertebral de nuestra economía, en tanto contribuyen a ella con alrededor del 52% del PIB nacional y generan el 70% del empleo formal.

La recuperación económica y la vacunación contra el coronavirus serán, sin duda, temas centrales del diálogo y el debate en el quehacer de la vida pública, para encontrar las vías adecuadas de respuesta y solución en el mediano plazo, aspecto que deberá ir más allá de los golpes mediáticos de carácter político.

Para alcanzar un escenario favorable en esas dos asignaturas, se deberá involucrar a múltiples actores de los sectores gubernamental y privado, organizaciones de la sociedad civil, universidades, por contar algunos, pues el no hacerlo dificultará o prolongará el tiempo para retomar la normalidad o, en el peor de los casos, que una nueva emergencia debida a un potencial rebrote más agresivo del virus en el país, nos tome con los dedos en la puerta.

bottom of page