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2. PERSPECTIVAS DESDE CENTROAMÉRICA Y MÉXICO
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Foto de Reuters

Sociedad civil en defensa de los derechos de las personas migrantes, contrapeso a la política de México

 
Azyadeth Adame

Coordinadora Académica

Diplomado en Primeros Auxilios Psicológicos para Personas Migrantes, Refugiadas y Desplazadas

A partir de la amenaza del ejecutivo estadounidense a principios de junio de 2019 de imponer aranceles a productos mexicanos clave que se exportan a Estados Unidos, si no se controlaba el flujo de personas migrantes, México ha tomado una postura de sumisión y represión, apoyada por el enorme racismo, clasismo y aporofobia que predominan en nuestro país.

Inmediatamente después de que entraran en vigor los 45 días que impuso el gobierno estadounidense para que México demostrar que tiene la capacidad de detener a las personas migrantes provenientes particularmente de Centroamérica, se realizó una redada sin precedentes en donde fueron capturadas al menos 791 personas que cruzaban en diferentes trailers el estado de Veracruz rumbo a Estados Unidos, dentro de los que se encontraban 368 niños (canalizados directamente a Estaciones Migratorias en abierta contraposición a la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, respaldada por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 4).

De manera paralela, se han registrado intentos de de la Guardia Nacional por entrar a diversas Casas del Migrante en Baja California, Sonora, Coahuila, Veracruz, Tabasco, Chiapas, entre otras, para hacer revisiones migratorias, que de haberse realizado violarían directamente el artículo 76 de la Ley de Migración que dice: El INM no podrá realizar visitas de verificación migratoria en los lugares donde se encuentren migrantes albergados por organizaciones de la sociedad civil o personas que realicen actos humanitarios, de asistencia o de protección a los migrantes.

El gobierno mexicano ve todo lo anterior como un logro, una afirmación que se respalda en declaraciones como la del canciller mexicano, quien el 31 de julio de 2019 se refirió a un gran avance de la nueva política migratoria al reducir el flujo de personas migrantes en un 39.5 %.

Parecen lejanos aquellos días, a principios de 2019, cuando había intenciones que se declaraban por retomar la solidaridad internacional, característica de la diplomacia mexicana en la década de los 70, una que por la vía de los hechos, para agosto de 2019, está completamente derrumbada.

Es posible que en un futuro próximo cercano, México, por presiones estadounidenses, se convierta en tercer país seguro[1], porque aunque de facto ya lo sea (hay más de 10, 000 personas en Tijuana esperando la resolución de su trámite de asilo para ingresar a Estados Unidos), México no es seguro ni siquiera para las propias personas que lo habitamos. Tijuana, por ejemplo, en 2018 fue catalogada como la ciudad más peligrosa del mundo, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C. y aunque Tijuana sea una ciudad de tradición migrante, los brotes xenofóbicos se han incrementado de manera exponencial a partir de la visibilización de la primera caravana migrante del segundo semestre de 2018.

México, alejándose cada vez más de América Latina, afianzándose en la región como “el cadenero en jefe” de Estados Unidos y disminuyendo su liderazgo y credibilidad internacional, no exige el pleno respeto a los derechos de la comunidad mexicana especialmente en Estados Unidos, porque a la vez viola los derechos humanos de las personas migrantes que cruzan o se quedan aquí, tristemente de manera cada vez más impune y descarada.

El rostro de la migración es cada vez más agresivo, violento y salvaje. Se han desplegado más de 70 mil elementos de la Guardia Nacional en el país y particularmente en los estados de Chiapas, Oaxaca y Tabasco, donde hay al menos 6 mil elementos de esta organización, conformando un muro humano para impedir el paso de las personas migrantes, en su camino hacia otras partes de México y de Estados Unidos.

Todas estas acciones “preventivas” orientadas a desalentar la migración no serán exitosas, mientras las causas de estos éxodos no se solucionen. Lo único que están consiguiendo es que las personas tomen rutas mucho más peligrosas y caigan más fácilmente en las garras del crimen autorizado.

Migrar con dignidad pareciera verse como una utopía y no un derecho. Trágicamente, en ciertos momentos, el mismo discurso de Donald Trump hacia la comunidad mexicana en Estados Unidos se ha escuchado en México en referencia a las personas provenientes de Centroamérica.

Estos discursos desafortunadamente son comunes también en los cabildos de algunos gobiernos municipales como se documentó en el caso del alcalde de Tijuana que califica a las personas migrantes, particularmente las que venían en las caravanas, de “vagas” y “viciosas” o las acciones del gobierno municipal de Apizaco, Tlaxcala, al construir su propio muro alrededor del Albergue de “La Sagrada Familia” para impedir el libre tránsito de personas migrantes.

A pesar de que el panorama parece desalentador, también han crecido las expresiones de solidaridad en diferentes partes del país, como es el caso de las vecinas de la Casa del Migrante de Saltillo, repudiando y exigiendo justicia por el caso del joven asesinado enfrente de su hija y en manos de la Fiscalía General del Estado de Coahuila en agosto de 2019.

También es muy importante señalar el trabajo de muchas organizaciones civiles que desde hace años se dedicaban a la defensa de derechos humanos, pero que ahora ya trabajan directamente con población en movilidad, sumando su labor al de aquellas que atienden a personas migrantes desde hace más de una década. Se trata de héroes y heroínas, quienes desde la anonimidad, y a pesar de los recortes del gobierno a los recursos destinados a las asociaciones y Casas del Migrante o de los constantes ataques y hostigamientos hacia ellas, siguen trabajando para proteger los derechos de las personas sin importar su estatus migratorio.

Las Casas del Migrante del país también se han ido transformando de centros de acogida a nodos transformadores tanto para las personas migrantes como para las comunidades. La Casa del Migrante de Tijuana, por ejemplo, además de la enseñanza de oficios, asesoría legal, asesoramiento en derechos humanos, ha organizado pláticas con la comunidad para sensibilizarles sobre lo que implica migrar y la condición de vulnerabilidad de las personas que llegan al Albergue. Otro ejemplo es la Casa de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (CAFEMIN) de la congregación de las Hermanas Josefinas, que no solo es un albergue, es un centro de integración, en donde las personas pueden aprender oficios como la panadería, computación, alta costura, entre otros. Con la idea de que puedan conseguir un trabajo e insertarse a la sociedad.

En Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultura del Diálogo, A. C., uno de nuestros granitos de arena en el tema es la implementación junto con diferentes organismos internacionales y civiles, así como entidades académicas en la región, de la quinta edición del Diplomado en Primeros Auxilios Psicológicos para Personas Migrantes, Refugiadas y Desplazadas. El objetivo ​es que las personas sean capaces de reconocer los factores psicológicos que impactan en la salud mental y son disparadores de conductas de riesgo en personas migrantes, en condición de refugio o solicitantes de asilo, especialmente grupos de la niñez, adolescencia y mujeres. En 2019, nos enfocaremos en visibilizar las redes transnacionales de solidaridad que trabajan en apoyo y defensa de los derechos de las personas migrantes, refugiadas y desplazadas.

Este y muchos más ejemplos dan cuenta de que así como emana muchísima oscuridad por las acciones del gobierno mexicano tanto hacia afuera como hacia adentro, también existe el otro lado de la moneda, es decir, ejércitos de personas (en ambos lados de la frontera) que protegen y defienden los derechos de las personas sin importar su estatus migratorio.

"Ninguna persona es ilegal"

Notas

[1] El concepto del tercer país seguro parte del supuesto de que las personas que solicitan asilo en un país —en este caso Estados Unidos—, pueden recibir el mismo tipo de protección en otro país —en este caso México—, y por lo tanto, sería a quien tendrían que pedir el reconocimiento de su condición de refugiados https://www.milenio.com/opinion/varios-autores/corredor-fronterizo/mexico-un-tercer-pais-seguro-para-los-y-las-refugiadas

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